
Es sanador ver llover por la ventana, ver como se derrama el cielo, escurriéndose a gotas, endulzando la tierra en una limpia danza, rompiéndose a sorbos, tronando su desdicha hasta quedarse vacío, recobrándose a impactos de nubes crispadas, deshaciéndose en llantos hasta que desaparezca su oscuridad y quede sereno un firmamento agotado.
Ya habrá sol que nos cubra, sublimando el hielo, dibujando nubes en lienzo celeste, provocando a Eolo expirando céfiro, soñando tormentas, que cabalgue raudo, que se desate extremo, vapor sombreado en el esférico azul, cubriendo el pincel de Rembrandt, desafiando la tempestad.
Y si no, siempre nos quedará la luna.
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