
Lejos,
en la nube de algodón que guardo en mi memoria
para esconderme cuando quiero silencio,
te vi un día llorando.
Siempre tenías una sonrisa;
solo recuerdo tu alegre mirada
cuando el mundo se hallaba lejos.
Cuando se partió en cenizas
y el cielo se hizo oscuro,
tú me decías:
«Chiquillo, si todo es perfecto».
Me hablaste del tiempo,
de las riñas que lo habitaban,
del frío día que con pan viejo se superaba.
De las noches cortas,
de la música entre velas,
de las risas entre olivos
entre gente cansada.
De bordar heridas en paños rotos
que entre todos se curaban.
Todo lo que aprendiste entre hilo y leña,
lo que regalabas tras tu esfuerzo cosechando almas,
sin querer más monedas de pago
que el feliz secreto de tener un faro
para poder encontrarnos.
Hoy, en tu nube,
llorabas feliz
porque habitamos tus recuerdos.
Vetusta Morla – Las Sabanas de Mis Fantasmas

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