
Nuestro personal investigativo ha llegado al fondo del asunto, del hasta hoy llamado «El misterioso reptiloide». El cual ha sido visualizado un par de veces, saliendo del bar Las mejores Croquetas junto con algunos parroquianos de buen nombre, a los cuales, según testimonios de los mismos, los ha salvado en varias ocasiones. Nuestro equipo investigativo y de redacción, nos tiene una reseña exacta del misterioso superhéroe.
A continuación la historia completa.
Cada uno de los habitantes de la ciudad lo había visto por lo menos alguna vez, sin percatarse de su existencia. Su nombre no llama la atención, su apariencia corriente: un metro setenta y cinco, desgarbado, casi siempre con jeans y con gafas graduadas. Cada mañana circula por las calles de la ciudad, con su SEAT 127 dirección a la oficina donde trabaja.
Estuvimos atentos el pasado miércoles, 6 de marzo. Desde su coche y con la ventanilla baja, Felipe Sierra mira al pasar el espectáculo cotidiano. Unos jóvenes empujaban a un anciano para robarle la cartera, todos los viandantes miraban para otro lado, mientras el señor acaba golpeado.
En este momento, Felipe aparca su antiguo utilitario cerca, fijándose en el altercado, sin perder de vista al grupo de delincuentes que empezaban a propinar una paliza al abuelo. Felipe guardaba un secreto, y sin darse cuenta de que lo seguíamos, siguió caminando dirigiéndose al callejón. Pudimos ver que algo empezaba a cambiar en su cuerpo. Sus ojos marrones se tornaron verdes, su cara empezó a alargarse, escamas en la piel y sus dedos se modificaron en garras. Estábamos estupefactos sin hacer ruido, y en seguida escuchamos un grito.
– ¡Hostias! ¡Un dinosaurio!
El delincuente juvenil no sabía que era sentir el látigo de la cola de nuestro héroe, que se abalanzó encima de la pandilla de malhechores, con dentelladas y puñetazos hasta hacer huir a los agresores del desvalido anciano que, arrodillado en el asfalto, le agradecía a nuestro protagonista su rescate con estas palabras.
– Por favor, no me coma, no me coma.
– Señor, ¿qué le voy a comer? Yo solo me comería ahora unas croquetas de jamón.
– ¿Entonces no viene a devorarme?
– No, los humanos me sientan mal, sabéis a cordero degollado.
– Entonces permítame invitarle a unas croquetas, en ese bar las hacen muy ricas.
– Hombre, empezamos bien, encantado.
– Perdóneme la inscripción, pero es usted muy raro. ¿Es un alienígena de las series de televisión de los años ochenta?
– No
– ¿Un velocirator tal vez?
– No, esos se extinguieron todos en Parque Jurásico.
– ¿Entonces?
– ¡¡¡SOY LAGARTIJOMAN!!! El inimitable Hombre Lagartija. Bueno, ya lo he dicho, que a gusto me he quedado, vamos a por las croquetas.- Dijo Felipe haciendo pose de superhéroe, consciente de que, como cualquier persona de este país, va a llegar tarde a trabajar por andar de vinos y tapas con la persona que ha salvado la vida.
Esta ha sido una historia de Juan Pedro, para el periódico «Particulares visitas a los bares de la ciudad».
Esta historia fue escrita en colaboración entre DeOniros (El descanso del Onironauta) y Paola (Primavera en Barcelona, Otoño en Bogotá), tras una intensa sesión de investigación, croquetas y debates sobre si Lagartijoman debería tener o no capa. (Decidimos que no. Por ahora.)
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