
No sé cómo lo harás tú —somos tan diferentes…
El otro día, contándonos secretos al oído, descubrí el desparrame de imágenes que me narras. La superficie rugosa de tu camino, esa prosa impulsiva sobre el mar de tu mente.
Y yo, folio en blanco. Silencio sobre la herida que, si no sana y tampoco empeora, si se marchita, no es por falta de amor: es que le grito desde tan lejos que ya no escucha.
Yo, para invocar momentos, necesito la melodía de los elementos. Los rasgos perdidos de rostros viejos se ordenan en partitura secreta; en el sonido eterno del expandir primigenio, detonado en Do sostenido.
No puedo evocar aroma, ni verbo ni cielo sin hacer sonar primero la vibrante sinfonía de la esencia del recuerdo.
Baiuca + Carlangas – Fisterra

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