Uno de nosotros

Mujer conectada a un experimento neurológico en una sala clínica; empieza a percibir otro mundo donde la madera, los olores y las presencias misteriosas toman el control.

El asiento estaba helado. El frío le recorrió la columna vertebral. El olor a desinfectante y el miedo no ayudaban mucho. No debía haber aceptado, pero necesitaba el dinero. Su familia lo necesitaba. Se lo debía.
Así que no había más remedio: tenía que seguir con el experimento.

Hubo una preparación previa. Le habían asistido psicológicamente. Le aseguraron que era un procedimiento indoloro e inofensivo, pero ella sabía que no era así. Estaba segura del riesgo y temía al dolor.
Ya le habían colocado sensores, algunos en la piel, otros inyectados. Le cubrieron la cabeza con lo que parecía un gorro de piscina, solo que lleno de cables de colores colgando.

—¿Está preparada? —dijo el que parecía llevar el timón.
—Sí —mintió.
—Tranquila, va a salir todo bien.

Ya no había vuelta atrás. Encomendó su alma a un dios desconocido, apretó los dientes y se detuvo a escuchar el sonido de las máquinas.
Todo comenzó a girar a su alrededor. Había luces en movimiento que se convirtieron en un torbellino de colores. Penetraban en su mente como un instrumento quirúrgico… hasta que terminó, en seco.
El silencio era absoluto. El terror que sentía también lo era.

Entonces llegó ese olor extraño: aroma a canela y madera mojada, a algo que no recordaba haber percibido nunca. El olfato le anunciaba presencias y le indicaba dónde estaban.
Eran tres. No podía definir ni el tamaño ni la forma. No sabía cómo, pero comprendía que estaba en una sala redonda, hecha íntegramente de madera, con las ventanas cerradas.

—Bienvenida a nuestro mundo. Por favor, no se mueva todavía.

Su idioma era extraño, mezcla de ronquidos y chasquidos, pero lo entendía. No sabía cómo.
Dio un respingo, pero notó que estaba aprisionada. Estaba atada. Su rostro, cubierto.

—Por favor, no se mueva. No queremos que se haga daño —insistió la voz ronca.

—¿Qué ha pasado? ¿Qué ocurre?

Su voz sonó como el chirriar de un tenedor en un plato. Su cabeza era una explosión de imágenes solapadas, que amenazaban con reventar.
Intentó calmarse. Respiró hondo. Exhaló con un ruidoso borboteo.

—No se preocupe. Todo ha ido bien. Se está adaptando a su nuevo cuerpo. Se sentirá diferente, pero en poco tiempo lo dominará.

—Pero… es distinto. No sois parecidos a los humanos como se nos había dicho.

—No. Nuestra fisonomía es distinta. Nuestras intenciones también. Lo sabrá en cuanto empiece a aprender a usar nuestro cerebro. No puedo ocultarlo.

—¿Qué es lo que quieren? ¿Por qué estoy aquí entonces?

—Nuestro mundo se muere. Nuestras aguas están envenenadas y no podemos seguir viviendo en él.
Nuestro enviado nos preparará el camino.
Estás aquí porque, si no, él no podría estar allá.

—Pero… el enlace de cuerpos es temporal. Se han hecho estudios sobre ello. Volveré en unos días y…

—No. No es temporal.
Nuestro enviado será considerado un mártir.

—¿Y a mí? ¿Qué me va a pasar?

—Bueno…
Ahora eres uno de nosotros.

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Comentarios

2 respuestas a “Uno de nosotros”

  1. Avatar de Marcos B. Tanis

    Me encantó este relato🙌. Saludos.

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    1. Avatar de El Onironauta

      Disfruto leyendo y escribiendo ciencia ficción. Y saber que me leen los amantes de este genero, me entusiasma.
      Gratos sueños.

      Le gusta a 1 persona

Susurra al abismo. Alguien, en algún sueño, escuchará.