
Al final del túnel, la oscuridad se disolvió en brumas.
Ya solo quedaba la penumbra. Un antiguo escritorio metálico de oficina sobresalía de la niebla espesa. Detrás, hileras infinitas de archivadores se perdían en el fondo.
Un anciano de pelo largo y barba blanca golpeaba con tino las teclas de una Remington negra de carro ancho, levantando polvo con cada letra que quedaba impresa.
Al acercarse, el viejo alzó la mirada por encima de las gafas y le dijo:
—Siéntese, siéntese… Lo estábamos esperando.
—¡Hola, tío! No sé dónde estoy. ¿Qué ha pasado? ¿Ya estoy muerto, tío?
—Efectivamente. Y necesito hacer el registro de entrada… ¿Su nombre era John?
—Sí, tío, ¡qué pasada, tío! ¿Y ahora qué?
—Nada, completo su ficha, una firma… y le explico.
—¡Hostia, tío! ¡Que estoy muerto! ¡Voy a poder ver al Randy, al Lemmy y al Vincent! ¡Qué ilusión!
—Bueno… el Vincent, como dice usted, sigue vivo.
—¿Joder? ¿Sigue vivo? ¡Coño! Si parecía una momia. Pensaba que ya criaba malvas el tío Cooper ese.
—Pues sigue vivo. Es más, sigue en el escenario.
—Bueno, el Cozy sí, ¿no?
—Sí. Hace ya décadas.
—¡La hostia! Con los que estamos muertos podemos montar un grupo del copón.
—Bueno, sí… claro, siempre que estén en el mismo sitio.
—¿A qué te refieres, tío?
—A que, por ejemplo, Lemmy y usted están en lugares sin conexión posible.
—¡Coño, tío! ¿Qué me estás diciendo? ¿Cómo es posible? ¿De verdad Lemmy ha ido al otro lado? ¡Yo pensaba que todos los rockeros íbamos al mismo sitio!
—Pues no, en este caso… ya sabe cómo era él.
—Sí, sí, ya sé que era buen chico, tío…
—¿Buen chico? Peleas… estética con guiños al nazismo… prostíbulos…
—Pero, ¿qué me estás contando, tío? ¿Para ir al cielo hay que ser un nazi?
—No. Eso es para ir al infierno. Lemmy está en el infierno.
—¡Espera, espera! ¿Estás diciendo que Lemmy y yo estamos en distintos reinos, y él está en el infierno? ¿He entendido bien, colega?
—Sí. Usted va al cielo.
—¿¿Yo??
—Sí.
—¿Que me he drogado desde que aprendí a andar?
—Sí.
—¿Que pasé por la cárcel y blasfemé hasta quedarme sin palabras?
—Sí.
—¿Que fui el puto Príncipe de las Tinieblas en vida?
—Sí, también.
—¿Y por qué coño voy al cielo, entonces?
—Porque su labor fue legendaria.
—¿Mi qué?
—Su labor. Hubo generaciones que empezaron a creer en Dios después de que usted les predicara el infierno. Desde aquí arriba lo teníamos como el mayor difusor de la palabra desde la época de Malaquías.
—¡La hostia!
—Hale, héroe, suba al cielo. Le están esperando.
Ozzy Osbourne – Mama I´m Commig Home
* Usando el pie de página que tan bien sientan a los textos de Jöiel, y aprovechando su homenaje en días pasados, he querido hacer también el mío. Ozzy, espero que te traten bien allá donde quiera que hayas caído.
También quiero señalar que Lemmy me dijo una vez: «No, colega, si uso símbolos nacis es por estética, no porque me caigan bien». Y si lo dice Lemmy, yo le creo.
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