
Me sentía feliz después del descubrimiento. Quizá por la novedad, tal vez por la idea de estar haciendo algo distinto. Y porque la cultura japonesa siempre me ha enredado lo justo para no entenderla en absoluto. Me atrae con esa ignorancia profunda que hace que un gato pierda vidas… y un ladrón la mano ante la espada de un samurái.
Así que, después de mi osado atrevimiento poético, me lancé al primer restaurante asiático a atiborrarme de omakase, que, comido con palillos, reconozco como deporte de riesgo.
Quise ver a Doraemon en versión original, por si algo de sabiduría ancestral se me pegaba. Incluso busqué en la red la compañía de una geisha. Pero abandoné la idea enseguida: me sonrojé de los resultados.
Como resultado de esta exhaustiva investigación, ha visto la luz del sol digital mi primer Haiku-Neko:
🌀
Raspa de sardina.
Sueño enroscado.
Ronroneo.
🌀
(Los 🌀 se los copié a Naruto, que creo que se le echa al ramen tras terminar el episodio )
A Perfect Circle – The Doomed

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