
Otra vez estás aquí, zalamera, preñada de velas azules de cuentos chinos e incienso sabor a mares del sur, con tu mirada intensa, descaradamente pícara, y tu brillo de carmín sangrando en los labios, cubiertos de deseo. Llenándome la cabeza de pajaritos traviesos, de risas de aventuras que no ocurrieron, de ganas de la vida fácil, con veredas en el mar y sabor a sal de playa, a juramento tenso y oración en la capilla por la necesidad imperiosa de que resbale la toalla.
Pero siempre vienes a mí en el lugar impreciso, en el momento urgente de una pluma flotante y tintas lejanas, donde solo soñar es posible, pero no recordar el momento ni apuntar un segmento de esbozos. Solo mantenerme despierto.
Por eso, tus caricias son el efímero recuerdo del fragmento de un sueño.
St. Vincent – Marrow
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