
Me gustaría ser mujer.
Tenéis un camino largo, intenso, tortuoso.
Pero conocéis las reglas del sendero,
y hacéis de vuestros pasos vuestro credo.
También me gusta ser hombre,
y quiero aprender a hacerlo.
Me gustaría ser mujer,
ser la melodía del verbo,
la dualidad del pensamiento,
la claridad confusa que siempre busca, o bien acaba.
Pero soy hombre de ideas fijas,
y tan solo imito vuestras palabras.
Me gustaría ser mujer:
respiráis belleza y exhaláis lágrimas,
transformáis vuestra esencia,
no os conformáis con ser: os renováis.
La luz da vida, la sangre castiga,
encarnáis almas.
Y aunque amo mi ser,
me siento estéril si mis brazos
no valen para sostener vuestras sombras.
Me gustaría ser ruiseñor,
ser la batalla
donde se postran vuestros miedos
al calor de la esperanza.
También quiero ser rosa roja de espinas mansas,
luz de cobre, madera noble,
caricia al alba y navaja de luna de plata,
para herir a quien os dañe.
Quiero ser cántico estelar,
susurrar el conjuro del viento que deba llevarte,
y dejarte ir, si así lo quieres.
Y si decides quedarte,
ser quien lo celebre.
Lhasa de Sela – La Marée Haute
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