
—Pues tiene un color azul precioso.
—Sí, pero acércate y verás.
—No veo nada raro… Bueno, quizá un poco de polución.
—No, no. Fíjate bien.
—¡Hostias! ¿Qué son esos bichos? ¡Coño, humanos! ¡Te han salido humanos!
—Sí, son una plaga. Haga lo que haga, siempre salen.
—Pues yo tengo uno a unos cientos de pársecs. Está habitado por unos reptilianos muy agradables. Comen chirimoyas y cantan a las dos lunas a coro cuando están en cuarto creciente.
—Sí, pero es que a mí me vino un meteorito y me lo jodió todo. Casi no quedan más que amebas y ratas.
—¿Y qué vas a hacer?
—Pues no sé… ¿Hay algún humanicida bueno? No quiero que afecte al resto de organismos. Con un poco de suerte empiezan a tomar consciencia los calamares. O las nutrias. Imagínate: nutrias golpeando piedras en un cántico al solsticio de verano.
—Pero es que tienes muchos. Va a ser difícil acabar con ellos.
—Me va a tocar hervir la atmósfera o desplazar la órbita. Creo que no aguantan mucho el calor.
—No, fíjate en el grado de evolución que tienen. Si siguen así, ya se las apañan ellos para extinguirse.
—Vale, es una opción. A ver si escapa alguno de los demás seres vivos.
—Eh… ¿Te gustan las cucarachas?
Replica a Patricia Cancelar la respuesta