Cenizas Bajo el espejo (V parte)

(Capitulo V) Donde arde la isla

No fue el mar quien lo expulsó.
Fueron los hijos de la lluvia quienes señalaron a los hijos del fuego.
Él fue el primero en arder.
Sin comprender del todo qué había profanado, cruzó el umbral invisible con el pecho aún encendido por un beso que no debía haber nacido.

No sabía llorar. Las lágrimas eran sal de un océano más antiguo que el lenguaje.
Y nadó.
Horas. Siglos. Generaciones.

Hasta que la lava brillante de la isla del volcán se dibujó en el horizonte.
No hubo algarabía.
Solo humo en el cielo y ceniza en la cara.
Los niños se escondieron tras las tabaibas.
Los adultos, primero en silencio, luego en susurros, lo rodearon.

Uno, de mirada amarilla, se atrevió:
—Vienes manchado.
—Vengo vacío —respondió.

Una anciana, desde un umbral de piedra, alzó la voz:
—Si el fuego te deja entrar, será para usarte. Pregúntale a él por tu destino.

Las puertas se abrieron, no con hospitalidad, sino con resignación.
Cruzó como quien acepta un juicio.
La ceniza le cubría los pies.
El eco del nombre de ella —aún sin pronunciarlo— le ardía en la garganta.

Una niña, de cara sucia y mirada apagada, le cogió la mano:
—¿Subirás a Echeyde? ¿Le dirás al señor del fuego que no nos queme?
Él la miró. Había en ella la misma luz que en la otra.
—¡Claro que lo haré! —dijo.

GAF y La Estrella de la Muerte – Ecléptica

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Comentarios

2 respuestas a “Cenizas Bajo el espejo (V parte)”

  1. Avatar de azurea20

    Genial. Impresionante texto.

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    1. Avatar de El Onironauta

      Pues todavía queda historia, este cuento va a ser el más largo.
      Gratos sueños.

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