¿A quién te gusta tener cerca?

Era la estación más colorida del año en Kepler, en esa fecha tan señalada, invadía el valle un torrente de flores con tan alegre semblante que Vega no podía evitar pasar las tardes paseando, arrebatada por tan deslumbrante paisaje. Allí tirada, entre el embriagador aroma silvestre, en la hierba que crecía a pies de aquel bosque, observaba los retorcidos árboles que lo formaban, sus padres no querían que entrase en él, Pero la niña, más que valiente, era atrevida.
– Vamos Willy, que no nos va a pasar nada.-
Willy que andaba olfateando unas plantas en busca de insectos, corrió raudo y alegre tras la niña, que ya se adentraba entre los extraños árboles que formaban el bosque. Parecidos a los baobabs, aunque de troncos curvos y hojas carnosas que llegaban al suelo. El crepitar de la maleza y el aullar de las criaturas empezó a asustar a Vega.
– Willy, vamos, nos volvemos ya –
La mascota de la niña estaba quieto, señalando con sus tentáculos a un poblado matorral lleno de espinas. Ululaba como un gato enfadado y retrocedía sin dar la espalda a la maleza. Entre ramas, una horrible criatura empezó a salir del matorral, de ojos brillantes y colmillos afilados .
– ¡Corre Willy!-
La niña, presa del pánico, quiso volverse y correr, pero otro monstruoso animal le cortaba el paso, un mustélido enorme con sucia pelambrera que arrastraba por el suelo, un morro canino con afilados dientes y una mirada incandescente daba forma a esa pesadilla, que con un sonido gutural amenazaba con darle caza. Tras ella apareció Willy, valiente y feroz protector, saltando con sus ondulantes tentáculos al cuello de la criatura. Hubo el reflejo azulado y el sonido chispeante de corriente electrostática. El ya no tan espeluznante monstruo, huyó despavorido y chamuscado tras el ataque del animal de compañía de Vega.
– Willy, no sabía que podías hacer eso –
La niña cogió a su amigo de uno de sus tentáculos y caminaron a la salida del bosque, dejando atrás una humeante criatura aturdida y asustada, escondida tras el matorral.

Replica a lapieldeeva Cancelar la respuesta