Carta 12: Aullidos en la noche

Ilustración onírica: un gran lobo blanco salta desde una puerta brillante y se transforma en perro viejo ante el soñador, en medio de un bosque de puertas y niebla azul. Estilo surrealista con atmósfera melancólica.

En mi mundo de sueños hay un jardín de puertas. Las hay azules, pequeñas, de madera envejecida a la intemperie o incluso de ascensor. Aparecen según les place. Cuando quieren, se van. Algunas están cerradas con llave, otras se abren solas.

Esta se abrió de repente y derramó oscuridad. Una profunda niebla se apoderó del lugar y dejó entrar a la criatura. Oculta entre la sombra, dejó ver sus luminosos ojos, aterradores, acompañados de un aullido feroz que descorchó un cuento: el de Caperucita Roja y su fiero y astuto depredador.

Saltó sobre mí como una maldición blanca, con su hilera de dientes afilados en fauces abiertas. Me tiró al suelo y puso sus patas de lobo viejo sobre mi pecho. Yo preparé mi defensa, pero él fue más rápido: empezó su ataque de lametones en la cara, llorando como un cachorro y moviendo la cola contento.

—Pero, chico… ¿Quién eres tú que me conoces? ¿Qué haces en mi sueño?

Me agarró de la manga y me llevó adentro, a la puerta que conducía a su terreno de caza. Entonces empecé a ver todo distinto. En su camino, volutas de colores sordos me llevaban a un destino. Sonidos lejanos, paisajes azules y grises con rastros de amarillo. Me llevó a su hogar, que hacía tiempo fuera el mío, y empecé a comprender el misterio que envolvía su designio.

Su pelaje blanco y feroz se fue volviendo gris y su tamaño, más pequeño. Su morro se achicó, feliz de saberse conocido. Se convirtió en quien era; ya me había mostrado quien quiso haber sido. Y en aquel lecho vi a aquel perro viejo que me echaba de menos.

—¿Argos? Me has encontrado, ¿verdad, chico?

Era un intento de mover la cola, un lamento quieto, la ilusión de juegos en parques eternos lo que me dejó frío. Pensé en despertar y volver a casa. Volver a ser niño, querer tenerlo de nuevo corriendo alrededor, pidiendo juego. Me miró con el deseo de un premio y yo le entregué mis sentimientos.

—Buen chico, Argos.

Me despertó el rugido de un teléfono hambriento. Descolgué aunque no quería hacerlo. Ya sabía la noticia, aunque no quisiera saberlo.

Stars of the Lid – Requiem for Dying Mothers

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Comentarios

4 respuestas a “Carta 12: Aullidos en la noche”

  1. Avatar de Joiel

    Las puertas, como los sueños, eligen ante quién abrirse. Y no chirrían al hacerlo.

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    1. Avatar de El Onironauta

      Y algunas se abren a tiempo de un adiós.
      Gratos sueños.

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  2. Avatar de POETAS EN LA NOCHE

    Qué maravilla de sueño…
    me encantaría tener viajes oníricos así, donde hasta la nostalgia se vuelve compañía.
    Gracias por compartirlo con tanta cercanía, lo sentí como un regalo.
    Un abrazo 🤗 🌷

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    1. Avatar de El Onironauta

      Es que hasta el sueño te da la oportunidad de la despedida. En muchas ocasiones es tan dura como necesaria.
      Es un placer poder compartir esta historia.
      Gratos sueños.

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Susurra al abismo. Alguien, en algún sueño, escuchará.