
Feliz Navidad, amigos.
Hoy, en el blog del Onironauta, rescatamos un clásico de siempre.
Con la aparición estelar de Ebenezer Scrooge
y la irrupción —tan accidental como inevitable—
de un glitch kid que me crucé en la calle.
Un Cuento de Navidad moderno
para dinosaurios antediluvianos.
Pasen, lean…
y no apaguen el móvil todavía.
Tras la aparición de los tres fantasmas, Ebenezer Scrooge se disponía a vestir de gala para asistir al nuevo día.
Pero se dio cuenta de que no estaba solo.
Un personaje le esperaba en relativo silencio tras la puerta.
—Hola, broh.
—¿Y tú… quién diablos eres ahora?
—Soy el fantasma de las Navidades del Futuro Imperfecto, broh. ¿Has visto este reel?
Era casi un niño y parecía vestido por el mismo rey de los bufones: pantalones que se caían, jersey enorme, extrañas esferas cubriéndole las orejas y una expresión de Mona Lisa cansada. Sostenía un objeto luminoso que toqueteaba sin parar.
Ebenezer lo interrumpió.
—¿No os parece que ya ha sido suficiente por hoy?
—Que no, broh. Ven conmigo y verás.
—¿Tengo que subir en ese artilugio? —dijo, señalando un patinete eléctrico descolorido.
—Que sí, weli, que no pasa nada.
Nuestro protagonista se encaramó al siniestro transporte detrás del fantasma. Este apretó el botón del manillar y salieron disparados hacia Dios sabe qué pliegue del tiempo.
Aparecieron frente a un pequeño edificio en las afueras de Móstoles. El fantasma aparcó el patinete junto a una farola, le puso tres candados distintos —forma, color y fe— y dijo:
—Venga, broh. Vamos al lío.
—¿Y eso qué es?
—Esto… tu negocio, welis —respondió, neutro.
Entraron en un despacho blanco. Mesa mínima. Pantalla extraplana. Teclado casi invisible. Y algo que parecía media pelota de rugby.
—Da cringe entrar aquí, broh.
—¿Y se supone que es todo esto?
—El despacho de tu sucesor. Mire bien: esta es la evolución de su negocio.
La pantalla mostraba una web roja, saturada de cuadrículas con rostros maquillados de mujeres sonrientes. El título decía: Live cams. El subtítulo: Amateurs calientes.
Ebenezer pulsó la pantalla.
—Estás out, broh. ¿Cuál quieres ver?
—Esta.
Señaló a una joven con orejas de gato y maquillaje extraño. El fantasma hizo clic con el mando en forma de pelota.
—Hola, papichuli —dijo ella—. ¿Quieres ver cómo me lo monto en cuatro?
—¡Por Dios, señorita, tápese el trasero! Pero… —los ojos de Ebenezer se desbordaron— ¿qué va a hacer con eso que tiene en la mano?
Miró al fantasma.
—A mí no me mires. Tú hiciste los bisnes. Yo solo enseño.
—¿Y si no tengo herederos, a quién demonios dejé mi empresa?
—Al pequeño Richard.
—¿Richard Johnson?
—El mismo. En la cena de esta noche, la que preparaste para los empleados. Te encariñaste con la criatura… Con los años le diste el control. Luego heredó todo.
—¿Tan mal fue?
—Mal no. Está ganando una pasta.
Ebenezer despertó sobresaltado. Había dormido vestido. Así salió.
Reservó mesa en el mejor restaurante para empleados y familias. Todos acudieron encantados. No entendían el cambio, pero lo celebraban.
Allí estaban: Suzanne, la secretaria; Müller, el contable; y, por supuesto, Richard.
—Señor Richard —lo llamó—, ¿tiene un momento?
—Claro, señor Scrooge. ¿Qué puedo hacer por usted?
—Poca cosa. Está usted despedido.
Nothing But Thieves – Futureproof
🧬 Tribus urbanas implicadas en el desastre:
- Glitch Kids / Digicore
Hijos del error digital. Visten como si Internet se hubiera caído sobre ellos.
Aman lo roto, lo saturado, lo que no carga bien.
Para ellos, el futuro no se teme: se buguea.

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