
Irrumpió en el espacio con violencia.
Se exhibió ante todos los habitantes de la cueva, mirándolos uno a uno con descaro furioso.
Resopló vapor y desapareció por donde había entrado.
Era un bisonte de invierno.
Pelaje blanco como manto helado.
Astas de negro azabache reluciente.
Se fue, pero dejó la estela de su presencia.
El sabio del pueblo abrazó el augurio y gritó:
—Hay que salir a cazar. ¡Ya! Todos preparados.
Los hombres partieron hacia el sueño de un mito.
Algunos regresarán.
Otros no.
Heilung – Norupo
El augurio fue claro.
El precio, no.

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