
Hay un lugar donde el invierno es eterno.
La primavera se esconde, esquiva, y el otoño despliega sus ramas caídas en la rutina de hojas secas.
El camino fue largo, y la humedad calaba en mis huesos cansados. Pero ya alcanzaba el claro: allí donde los sueños se filtraban con la lluvia constante, en medio de la batalla del viento.
Mi agotamiento exigió una tregua. Me senté en un tronco húmedo, roto, cubierto de musgo.
Fue entonces cuando me azotó el recuerdo. Una mustia luz de luna me susurró que era cierto. Yo no quise creerlo. Dejé escapar el aliento helado de lo que se había ido, convertido en polvo… aunque estaba allí, frente a mí, sonriendo.
El amanecer estremeció mis sentidos. Era solo un reflejo.
Yo ya me había marchado.
Wardruna – Helvegen
Susurra al abismo. Alguien, en algún sueño, escuchará.