
—El karma está pudriendo el mundo.
—¿Qué?
—Digo que el karma está demasiado oscurecido, que todo el mal que hacemos nos está siendo devuelto.
—¿Y te estás dando cuenta de eso mientras observas cómo esa señora discute con el camarero?
—Claro. ¿Conoces el concepto de karma, no?
—Es una fuerza mística que hace que cualquier acción que cometas, buena o mala, te sea devuelta.
—Sí, algo así. Si lo aplicamos filosóficamente, es más bien que todo lo que hacemos tiene una consecuencia que nos va a afectar. Mira a la señora: está enfadada con el camarero —vete tú a saber por qué— y el camarero responde a la defensiva.
—Vale, es un enfrentamiento entre ellos. ¿Qué tiene que ver eso con el karma?
—Bueno, existe un malestar general. Todos estamos sensibles, nos afectan cosas, acumulamos tensión… y de buenas a primeras, la soltamos con cualquiera.
—Pero eso se escapa del significado del karma.
—¡Qué va! No es más que karma amontonado. Fíjate, hay dos versiones. La más fácil: ella se queja de que había pedido un café con leche condensada, él se disculpa. Ella le dice que, además, se lo había traído frío, y él contesta que le hará otro a su gusto. Ella lo mira con arrogancia y suelta, en alto: “¡Faltaría más! Con el precio que le ponéis a un puto café y el despiste que lleváis siempre, es lo mínimo que podéis hacer: haceros cargo de vuestros errores”. Y ahí salta el camarero.
—Veo una pelea, no una intervención divina.
—Verás cómo, dentro de un segundo, vendrá el encargado del local y, antes de que le expliquen lo sucedido, le servirá a la señora un café a su gusto, caliente y con leche condensada. Ella se lo tomará contenta e ignorante del condimento extra que lleva.
—No… Escupió en el café.
—Lo he visto con mis propios ojos. Es lo que tiene ser antipática: que le caes mal a todo el mundo. Y ahora tú te estás alegrando.
—Oye… ¿y la versión larga?
—Esa tiene como final una explosión nuclear, así que reza para que no ocurra, pecador del karma. Mira que alegrarte por lo que le ha pasado a la señora…
Niña Polaca – Madrid si Ti
Susurra al abismo. Alguien, en algún sueño, escuchará.