
– ¡Por fin lo tengo! ¡El invento definitivo!
– Me pegas unos sustos cada vez que vienes…
– ¡D-E-F-I-N-I-T-I-V-O!
– ¿Así se llama su invento?
– ¿Qué? No, hombre…
– Vale, ¿en qué consiste?
– Todo el mundo habla de crear facilidades a la hora de trabajar, hay IAs que hacen de todo, calculan, programan, escriben obras literarias…
– ¿Y usted ha creado una que invente?
– ¡No, hombre! No voy a inventar algo que me quite el trabajo. La mía hace algo realmente útil, algo que nadie quiere hacer. Yo he inventado “La IA del Mocho”.
– ¿Es una máquina de fregar el suelo? Yo creo que ya hay varias.
– No, no, no. El concepto es otro, más amplio. Hace cualquier cosa que puedas necesitar en el hogar.
– ¿Te friega los platos?
– Claro que los friega, y limpia el polvo, plancha, arregla el enchufe, cambia la luz fundida del coche, te programa el móvil…
– Pero eso es maravilloso.
– Espera, que hay más. Te cuida el jardín, arregla la pata coja del mueble, te contesta el teléfono y le da excusas de que no puedes ponerte, echa a los vendedores de enciclopedias, le pone el supositorio al gato…
– A ver, si es un invento suyo, algo tiene que tener.
– Bueno, sí, una cosa. Que es demasiado perfecto.
– ¿Y eso se traduce en…?
– Termina siendo demasiado humano.
– Ya, se vuelve asesino en serie, ¿verdad?
– ¡No, hombre! ¡Qué bestia! ¡Qué falta de fe en la humanidad!
– ¿Entonces, qué es?
– Es cotilla
– ¿Te espía?
– Sí, es cotilla y chismoso, y empieza a contarle todo a los vecinos. Con quién entras en casa, si te sale mal el pollo al chilindrón, el extravagante gusto que tienes para la ropa interior, si tu hija se está viendo con el carnicero…
– Menudo problema, bueno, al menos hace de todo.
– Sí, hace de todo, pero cuando quiere.
– ¿Cómo?
– Verás, le gusta el fútbol, así que cuando hay partido no hace otra cosa que ver la televisión.
– ¿De primera división?
– todos, regionales y liga infantil incluidos.
– ¡Bufff!
– Y las telenovelas, no se pierde ninguna, sean turcas o venezolanas.
– Al menos tiene las noches para trabajar.
– No, por las noches se recarga.
– O sea que no hace nada.
– Muy poco.
– Otro invento fallido.
– Y ronca
– ¿Qué ronca? ¿Cómo se le ocurre programar eso?
– Pensé que sería gracioso, pero es insoportable.
– En fin, llévese eso.
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