
– Mírala, con sus ojitos azules y su mirada de “sácame de paseo”. ¿No es un encanto? Esta se llama Dorothy y es un amor. Yo me la llevaría a casa, pero ya sabes cómo se pone tu padre.
– Mamá, no entiendo por qué te obsesionas tanto con esos bichos, no son buenas mascotas, algunos hasta peligrosos. Una amiga de la oficina casi pierde un ojo por algo que le había lanzado el suyo.
– Seguro que lo trataba mal. Rencorosos sí que son. Y tienen memoria, si le haces algo malo, lo recuerdan. Pero mira lo adorable que es esta. ¿La sacamos de paseo? La asociación pide voluntarios para hacerlo.
– Está bien, mamá. Pero no nos la vamos a llevar. ¿Quién se va a hacer cargo de este animal salvaje?
– Hay quienes les enseñan a hacer cosas, van a por el móvil, te riegan las plantas, incluso hay gente que los adiestran para que les limpien la casa. Mírala, si es adorable, con ese parloteo tan rarito que tiene, ¿no es una monada?
– Son muy pequeños para esas tareas. Además, ya tenemos máquinas más eficientes, nos las podemos permitir.
– Pero así contribuimos a salvarlos.
– Verás, yo veo bien que se protejan las especies, que intentemos la repoblación de las criaturas endémicas del…
– ¡Más nos vale! Fuimos nosotros los que casi exterminamos la especie.
– Te recuerdo que, hace siglos, ellos eran los dominantes aquí.
– Y nosotros destruimos sus viviendas, arrasamos su mundo. Y fue porque el nuestro está superpoblado y ya casi no tiene recursos. Somos monstruos y tú no quieres hacer nada para ayudar a los más débiles.
– ¡Ay, Mamá! Quédate a tu humana, si quieres. Ya eres mayorcita, pero si te muerde que sepas que tu solita te lo has buscado.
– Claro que sí, mi vida, pero ayúdame a convencer a tu padre.
The Clash – Washington Bullets
Susurra al abismo. Alguien, en algún sueño, escuchará.