Otra luna

I

Era tan grande que al entrar en órbita se veía como una segunda luna, un poco más pequeña y con cierto reflejo azulado. Daba una sensación fantasmagórica, no solo tener este satélite extra, lo peor es que nadie había conseguido descifrar el mensaje que llevaban meses enviando.

El artefacto apareció de la nada, se detectó por su anormal trayectoria y enseguida saltó la alarma. Una esfera de 800 kilómetros de radio se acercaba a la tierra a una velocidad de vértigo. En el trayecto emitieron varias señales, por lo que en la tierra comprendieron que los tripulantes de la estructura ponían empeño por comunicarse. Por más que la humanidad lo intentó, no hubo manera de entender el extraño zumbido que les llegaba en las distintas emisiones que enviaban con frecuencia.

La superficie era rugosa, una bruta masa de una aleación metálica, detectaron una sola entrada y aterrizaron al lado. Un simple y estrecho agujero, donde a duras penas entraban dos humanos juntos. En el interior, tras adentrarse por un conducto que recordaba a una cueva, tras un recorrido de un kilómetro se encontraron una salida. Era un paisaje insólito, parecía encontrarse en alguna parte del sur de Europa, una pradera inmensa rodeando un enorme lago, bajo una luz artificial que recordaba el sol. El artefacto era hueco, había conseguido recrear de alguna manera una gravedad parecida a la de la tierra.

Desconcertados, los astronautas decidieron esperar. Observaron vegetación silvestre, plantas bajas llenas de flores de diversos colores  y algunos árboles aislados. No se apreciaba ninguna edificación, tampoco caminos, carreteras, raíles, ningún indicio aparente de civilización. El campo estaba lleno de pequeños insectos alados, también habían creído ver algún pequeño reptil y aves volando a lo lejos. 

 –  Esto es una locura, Mayor, parece que estamos en el pueblo de mi abuelo, ¿qué hacemos?

 – Las órdenes son esperar al contacto. 

 – Nos quedan seis horas de oxígeno. 

 – Esperaremos lo que podamos.

 – Fíjate, por ahí se aproxima algo.

Caminando despacio, llegaba una criatura, de color pardo, con pelo corto, que recordaba vagamente a una jirafa muy flaca pero con más movilidad en el cuello. Escasamente, superaba la longitud del humano, le saludaba enseñándole la mano con el índice pegado al medio y el anular pegado al meñique.

 – ¿Está seguro de que este es un saludo correcto, mayor?

 – Que sí, que sí, que forzosamente se han tenido que fijar en nuestras emisiones de televisión, va a ser lo más comprensible.

La criatura se paró frente al astronauta más pronto, con su hocico parecido al de un cerdo comenzó a olfatearlo, se detuvo un instante en su brillante casco y empezó a lamerlo.

 – Mayor, me está… ¿Qué hago? Me está pringando el casco

 – Quizás está comunicándose de alguna manera, ¿Y si se comunican con olores? O con sabores, quién sabe.

 – Sí, vale, pero me está dando mucho asco.- El astronauta le dio un pequeño empujón – ¡Quita bicho!

 – Martínez, por favor, no sea brusco, de usted depende el inicio de un primer contacto cordial.

El extraño ser se quedó mirando el casco y siguió lamiéndolo. 

 – Mayor, inténtelo usted, yo… voy a vomitar.

II

Las criaturas se reunieron encima de la hoja de una planta cercana, todas se arremolinaban alrededor de la más grande. Estaban muy frustradas, lo habían intentado todo. Les habían enviado varios mensajes muy elaborados, constaban de varios fragmentos de audio, eligieron el tipo de lenguaje que mejor podían dominar, el morse. Una serie de zumbidos largos y cortos explicando su historia y sus pacíficas intenciones. Al fondo se veía cómo los dos gigantes venidos de la tierra estaban entretenidos con otros menesteres.

 – Reina madre, ahí están. Les hemos intentado llamar la atención por señas, pero nos espantaban a manotazos.

 – Bizz Zum, paciencia, es una cultura muy distinta a la nuestra.

 – Pero llevan media hora ahí jugando con el Fñuom.

 – Lo intentaremos de otra forma.

 – Lo ve, Reina madre, han cabreado al Fñuom, y ahora juegan a que les pilla, si ya decía yo que los San Fermines eran un resumen muy acertado de qué tipo de criaturas son estos humanos.

 – Bien, tendremos que ir y robarles las flores a estos primates, seguro que ni se dan cuenta.

La reina madre se dirigió zumbando al panal maestro para dirigir el hurto mientras los humanos volvían corriendo a su nave espacial, huyendo de la extraña criatura mientras gritaban.

 – ¡Son hostiles, son hostiles!

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Comentarios

4 respuestas a “Otra luna”

  1. Avatar de Patricia

    Ahhhhh!!!Corre correee!!!!😃😃😃

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    1. Avatar de El Onironauta

      Claro. A quien se le ocurre estar molestando al Fñuom en su paseo matutino.

      Gratos sueños.

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  2. Avatar de Patricia

    🤣🤣🤣🤣🤣

    Le gusta a 1 persona

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