
Se le veía pequeña, frágil, con la mirada perdida en un pensamiento pasado, oculto por el silencio. Pero ella no era así. Era vendaval en la albufera, notas de colores oscuros paseando por el pentagrama de misterios que, de saberlos pintar bien, todos sabríamos que ella, en mitad de la confusión de su piel, no era ella, era él.
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