
La nube se deshizo en llantos al pasar por el bosque, hechizo de frío para la criatura que acechaba en la sombra, y para la que creía no ser vista, mordisqueando el suelo sin afiladas preocupaciones, convirtiéndose en humo ante las primeras lágrimas.
El rugido del empapado depredador hoy sería en las tripas. Volvió lento y cabizbajo por el sendero que va a su hogar, allá entre los muros de piedra. Saltó grácil por la ventana abierta.
Su cara, tres renglones de un poema, mirada triste del que viene herido de guerra, vio la mano protectora con la cola elevada y se tumbó a explicar su batalla con el silencioso ronroneo que siempre entonaba.
Soñó ser jaguar en la montaña nevada, sintiendo frente al radiador, la cálida caricia de su cesta.
PJ Harvey – The Wind
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