En papel celofán.

Sugerencia de escritura del día
¿Cuál es el mejor regalo que te han hecho?

 – Solo queda una.

 – ¿Solo una?

 – Sí.

 – ¿Y no me la pueden reservar?

 – No, Rafa, no me dejan.

 – ¿Y si la compras tú? Yo te hago un ingreso.

 – Lo haría, pero tengo la tarjeta limitada, no me dejan hacer más compras.

 – Vale, entretenme al dependiente, yo llego ya.

 – Pero, Rafa, no llegas con el tráfico.

 – Entretenlo todo lo que puedas, por favor. Inténtalo.

 – Vale, pero esto está lleno, a más no poder.

 – Tranquilo, que llegaré pronto.

Saltó las escaleras de dos en dos, tropezó con su vecina Encarna, que le apuntó con el dedo mientras entonaba improperios dignos de un camionero atravesado en un estadio de fútbol. Al llegar a la calle, vio que, entre claxons e insultos, la circulación se veía imposible. Estaba a veinte kilómetros de la tienda donde su amiga le esperaba. Sin pensar mucho se echó a correr.

Mientras tanto, en la tienda ya empezaba a formarse una pequeña cola tras el dependiente.

 – Señora, por favor, si no le gusta, hay gente esperando para poder comprarla…

 – Yo no he dicho que no me guste, pero es que no sé si me va a servir. ¿Me puede explicar para qué es esto?

 – Está bien, se lo explico…

Sin aliento, Rafa se dio cuenta de que tan solo había recorrido dos kilómetros. Estaba sin aliento, no iba a llegar. Imposible coger un taxi, impensable seguir a pie, de pronto encontró la solución, estaba tirada en la acera con una luz verde parpadeando. Un patín eléctrico envejecido de los que se alquilan usando una aplicación. Desbloqueó el artilugio del demonio y acortó el camino esquivando tráfico por el parque.

 – Señora, por favor, llevamos diez minutos. – En la tienda, el dependiente empezaba a perder la paciencia.

 – Sí, ¿pero me puede explicar para qué es esa función? Le prometo poner cinco estrellas a su nombre en las encuestas de calidad.

 – Vale, señora, pero decídase ya, que pierdo más ventas.

Tras el parque, a toda velocidad, Rafa entró por el callejón. Sabía perfectamente que, entrando por la puerta trasera del edificio, llegaría a cruzar la avenida en un tiempo récord. Y ahí se quedó, frente a la puerta metálica que daba acceso al edificio. Una voz en su cabeza le dijo que tocara la puerta, así lo hizo.

 – Hola, ¿quién eres? – Abrió un tipo con cara de portero de discoteca tras el tercer golpe de nudillos.

 – Hola, vengo de parte del jefe.

 – ¿Qué jefe?

 – Bueno, tú sabes, vengo a entregar el paquete.

 – Ah, el paquete, vale, ¿lo tienes ahí?

 – Verás, el paquete lo lleva alguien que está en la planta de abajo, la que conecta con la avenida. ¿Puedo bajar desde aquí? Así no le hago dar la vuelta.

 – Bueno, no es lo habitual, pero es que llegáis muy tarde.

 – Seremos discretos.

 – Está bien, entra.

Detrás de la puerta había un almacén con aspecto abandonado. Rafa quiso adivinar que este local se usaba como depósito para las tiendas que había en la planta baja, pero que estaba en desuso. El armario humano abrió la puerta interior que daba a un pasillo, un ascensor le daba la bienvenida.

 – No tardo nada.

 – Vale, por el ascensor es más rápido, espero aquí, pulsa la B para llegar a la entrada principal. – Eso hizo, y una vez llegó salió por el portal del edificio, al final de la avenida estaba, tocaba correr otra vez. Al final de la avenida veía la tienda.

 -Señora, le he explicado todas las características dos veces, estamos a punto de cerrar. ¿Se la va a llevar? – El dependiente de la tienda, que ya había agotado la poca paciencia que le quedaba, le estaba dando un ultimátum. A la amiga de Rafa le llegó un mensaje en el móvil.

 “Estoy a dos kilómetros”

 -Bien, me la llevo. ¿Me la puede envolver?

 – Claro que sí, señora, ¿cuál va a ser la forma de pago?

Esquivando a la gente, y cansado de tanto correr, Rafa estaba llegando.

 -Son setecientos euros, señora, por favor.

Con la tarjeta de crédito en la mano, abriéndose paso entre la gente, gritaba desde lejos.

 -¡Cóbreme a mí, pago yo!

Con el paquete recién comprado y todavía sin haber recuperado el aliento, Rafa y su amiga salían de la tienda con cara de satisfacción.

 -Casi no logras llegar, ¿se puede saber por qué era tan importante que compraras eso hoy?

Él, mirándola fijamente a los ojos, extendiendo el regalo recién envuelto y con un atisbo de vergüenza en la mirada, le dijo;

 – ¡Feliz cumpleaños!

Sidonie – Bajo El Cielo Azul

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Comentarios

7 respuestas a “En papel celofán.”

  1. Avatar de El Onironauta

    Ríete de la pesadilla de las navidades presentes, a saber cómo nos salen las futuras.
    Gratos sueños.

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  2. Avatar de sandruski1

    Qué final! 😄😄😄😄

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  3. Avatar de Carolina Gallardo Valencia

    Me ha parecido muy entretenido, me he metido de pleno en la historia, es casi como si estuviera viendo una película. Escribes muy bonito 😊

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    1. Avatar de El Onironauta

      Esta historia salió precisamente del momento en el que me puse a comprar los regalos de navidad. Pensé que era como una película, que no llegaba a tiempo para comprar lo que quería regalar y que tenía que hacer malabares para conseguirlo. El resultado no fue igual pero llegué a la meta sin rasguños y con buenos resultados.
      Gratos sueños.

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  4. Avatar de Carolina Gallardo Valencia

    En mi opinión, los mejores escritos son los que relacionamos con algo nuestro. Aunque cambiaras cosas, el sentimiento de esa vivencia era tu escrito. Espero seguir leyéndote. Gratos sueños😘

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    1. Avatar de El Onironauta

      Bienvenida a mi mundo de sueños entonces.

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