
Tengo algunos dones enmascarados en la manga, pero son de mentira, son estatuas de hielo al amanecer, que se derretirán con tus labios después, cuando acabe el invierno, tal vez.
Entiendo de escuchar, tu voz sabe a melodías de recuerdos, a futuro olvidado de manos y a ciegas. Pero entiendo que oír no es más que prestar atención al atardecer de los hechos, que los has visto pasar y no los has captado.
Me gusta narrar aventuras absurdas, de enredar soy maestro en papel arrugado, y aunque me sienta empírico en ciernes, me encanta pintar de azul el cielo y poner estrellas de más, por si alguna no me llega y tirarlas todas al aire, para que al remontar el vuelo, se alejen y me digan adiós mientras se alejan.
Procuro ayudar sentado, encarando al objetivo y pretendiendo guiar mentes dispersas con largos pasos de poeta cansado, que de tanto que ha andado, ya no distingue un rostro cuando lo besa, y aun con esas me digo cuando lo cuento que tan solo estoy empezando, que hay mucho más esperando si estás atento.
Se me da bien perderme en el aire mojado, esconderme en el rumor de las hojas secas, explorar castillos de arena y alojarme en el umbral de la noche. Observó a los búhos volando lento tras la caricia de amor, que con cola de ratón se escabulle tras contenedores llenos, y disfruto contándolo luego.
Pero si he de decir que de algo soy maestro, que soy bien diestro en esta lucha, es de enamorarme perdidamente del reflejo de la luna y embelesado en su figura, conjurar un suspiro y concederle un sueño.
Shireen – So Human of You
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