
– Oye, eh, ¿me escuchas?
– ¿Yo?
– Sí, ¿me escuchas?
– Sí, ¿quién eres?
– Yo, sí, aquí.
– Te escucho muy bajo. ¿Quién eres?
– ¡Aquí abajo, coño!
– ¿Eres la cucaracha?
– ¿Quién si no?
– No puede ser, ¿me estoy volviendo loco?
– ¡Que no, que no!
– Yo pensaba que no podíais hablar.
– Pues ya ves.
– Y ¿qué quieres de mí? ¿Quieres que lleve algún mensaje a la humanidad?
– No, no es eso, algo mas sencillo.
– No te preocupes, no te voy a pisar.
– Lo sé, creo que eres buena gente.
– ¿Ah, sí? ¿Cómo lo sabes?
– Pues me fijé en ti cuando andas por aquí.
– ¿Me andas persiguiendo?
– Hombre, no soy tan psicópata, pero…
– ¿Pero?
– La verdad es que sí, ¿y sabes…?
– ¿Qué?
– Me da vergüenza.
– ¡Ando, dilo!
– Creo que me gustas.
– ¿QUÉ?
– Y mucho.
– ¡Uf! A ver cómo te digo yo esto…
– Oye, Carlos, te llamo luego. Me escondí en el baño de los chicos en la oficina para llamarte, pero hay un tío raro hablando con una cucaracha que me está dando miedo.
Amatria – Chinches
Replica a iorgian Cancelar la respuesta