
Soñándome anoche, con aquella de sonrisa tímida y mirada en celo, que me regalaste esa madrugada de domingo de misa del gallo tardía, en la que yo esperaba el calor de tus labios y solo te encontré brillando en una foto prestada. En tu aventura de conocer el mar, en romper tacones entre luces de pantalla sucia por el frío y ardiente por efecto etílico.
Aquel día decidí esperarte llegar, con tus ansias de calor custodiado en tu lado de la cama y tu ciencia que acierta el efecto gravitatorio de tu piel sobre mis manos. Pero esa noche me llamó la ventana para que, callando el susurro de la alcoba desierta, saltase bravo tras la cena, que si estaba hambriento, cualquier carne es buena.
Seguí el camino de migas, de pan de molde de corpiño ajustado, detrás de una sonrisa ensayada, de deseo conseguido, sin dudar el necesitar un beso, con la de no saberme fiero, me quiso atento. Así entré en el juego, de tú me dices ven y yo lo dejo todo, que me ardan sus dedos mientras le miro a los ojos. En el baile del círculo roto, esperando sus colmillos en mi cuello, devorando mi alma sin la pasión de mi fuego, y que fue restando ceros.
Me encontraste de madrugada, herido, sangrando, derramado en la cama, todavía sin aliento. Tú me relatabas tu aventura en el destierro, de tu sed de almas extrañas y tu veleta rota cansada del viento, yo luchaba por no desmayar y mantenerme atento, pero la sinfonía de tus palabras me llevaron lejos, donde soñé con pecados de lencería cara y copas de canela en rama alzando en rima su duelo.
Ahora ronco en silencio, calmado, cuando tu ausencia surgió por desapego y mi cansancio de labios alados se deshace entre mis dedos.
The Jesus and Mary Chain – Darklands
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