
– Doctor, verá, es muy raro lo que me pasa.
– Usted dirá.
– Por las noches, cuando me siento y me relajo, empiezo a ver colores. Salen de la sopa, humeantes y ondulantes, de la televisión, por medio del sonido, salen en mi piel cuando me rozo con el sofá. El azul me golpea como un mazo en la cabeza, dejándome el sonido de platillos, el amarillo me chilla fuerte en el oído, con su voz de trompeta barítona, el violeta se desparrama sobre mí, mojándome la ropa dejándome perdido de olor a frambuesa. Y el rosa, este es el peor, se sube por mis piernas como una hormiga, cientos de ellas subiendo queriendo devorarme el alma.
– Interesante, ¿y usted qué hace cuando le pasa eso?
– Lloro, con ganas además, pero en vez de lágrimas salen dos arcoíris, uno a cada lado, que se evaporan y se elevan, dejando nubes de colores en la sala que llueven confeti y serpentinas. No sé qué hacer, estoy desesperado ¿Me puede recetar algo, doctor?
– Pero ¿Se puede saber que ha tomado usted?
– Nada, yo solo ceno y me voy al sofá a ver la tele.
– ¿Nada de nada? ¿Toma alguna medicación?
– No, paracetamol si me duele la cabeza.
– ¿Bebe?
– Solo agua destilada.
– Vale, ¿qué es lo que come?
– Sopa de setas, unas pequeñitas con forma de paraguas que me consiguió un amigo, son caras, pero están muy ricas.
– Tómese estos antidepresivos isotónicos con agua de lluvia.
Three Days Grace – Animal I Have Become
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