
– No sé si es buena idea.
Aster no le dejó terminar la frase y la besó, primero en la boca, luego en el cuello, con suavidad, subiendo poco a poco de intensidad.
-… No. Para. Nos van a ver… – Dijo Yelena entrecerrando los ojos
– Tranquila, aquí no hay cámaras.
– ¿De verdad?
– Te lo aseguro, si fuera así yo tendría acceso a ellas.
Lena se dio la vuelta buscando sus labios una vez más, él recorría su cuerpo, acariciaba con sus grandes manos las curvas de sus caderas, ella apretaba su cuerpo en un abrazo, recorriendo su espalda, luchando por arrancarle la ropa con desesperación. Aster, con dulzura, se deshizo de la camiseta de Yelena, quedó flotando alrededor de ellos.
La ropa se mantenía suspendida en el aire, mientras ellos, ajenos al baile de la órbita de sus prendas de vestir, estaban más ocupados en intentar mantenerse pegados, sin colisionar con las paredes. Las risas de Lena contrastaba con el intento desesperado por mantener un ritmo constante entre el movimiento y evitar salir disparado hacia el lado contrario.
Lena agarró fuerte con sus piernas el cuerpo de Aster, haciendo golpear su espalda con la pared más próxima, se agarró con las manos de la escalerilla y cabalgó fuerte sobre él, o debajo de él, la falta de gravedad impedía saberlo claramente.
– ¿Lo habías hecho antes en la estación? – Preguntó Lena entre risas
– Nunca, pero lo estaba deseando.
En la pantalla de la sala de mandos del módulo, la imagen de cuerpos flotando llamó profundamente la atención al oficial de guardia.
– ¡Eh Martínez! ¡Ven a ver esto!
– ¡No! ¡Por dios! – Martínez se llevó la mano a la frente – Nosotros aquí de guardia y estos follando como locos en el almacén de residuos sólidos.
– ¡Calla y aprende envidioso! Me debes cincuenta pavos.
– Pues como toquen esa válvula van a nadar en mierda, literalmente.
– Te apuesto otros cincuenta a que terminan dándole.
– ¡Hecho!
Marilyn Manson – The Speed of Pain
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