
… Y de un soplido, la criatura inventada sobre el lienzo de papel cobró vida. Caminó patosa sobre el plano en blanco mientras aparecían arbustos y helechos, piedras llenas de liquen y ríos de brillante caudal regando juncos y nenúfares. Sus patas de pato sorteaban las piedras del camino con gracia, tenía ojos de búho y orejas de mapache, una sonrisa de felino y antenas de mariposa, su rechoncho cuerpo parecía hecho de algodón que terminaba en una pequeña cola parecida a un pompón
Cantaba con gracia, trinaba, ululaba y glugluteaba con ritmo y alegría, nadaba muy bien, andaba regular, trepaba los enormes árboles verdes en busca de cocos azules y rojos. Si se enfadaba se tornaba rojo, aunque rosa era su color, con hambre encarnado y amarillo si tenía tos y de colores varios si quería llamarte la atención.
Caminaba desgarbada la criatura en la vereda de la página, cuando la niña diosa, creadora del mundo, decidió cerrar por hoy su porción de fantasía, guardando rotuladores de colores y lápices resaltadores, se despidió de su creación con un beso volado, cerró el bloc y se dispuso a adentrarse en el mundo de los sueños.
Pauline en la Playa – Un Bosque
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