
– ¿Nombre?
– Ricardo Minico.
– ¡Ah, sí! Tenemos registro. Aquí hay un comentario sobre su ocupación…
– Soy inquisidor de palabras.
– ¿Cómo?
– Inquisidor de palabras, no es tan difícil.
– ¿Y eso qué es?
– Seleccionar las palabras que no deberían existir y las destierro del diccionario.
– ¿Quita palabras del diccionario?
– Sí, unos las ponen y yo las quito.
– ¿Y qué palabras ha quitado?
– Por ejemplo “machango”
– ¿Macha… qué?
– Machango; Personaje cómico de dibujos animados, muñeco, juguete con forma humana o persona ridícula.
– ¿Qué le hizo quitar esa palabra de circulación?
– Tenemos ya demasiadas palabras tan ofensivas como esa que significan lo mismo.
– Comprendo.
– ¡Caracoles!
– ¿Qué?
– Que también sentencié la expresión “¡Caracoles!”
– ¿Entonces en el bar de la esquina ahora pedimos una tapa de gasterópodos?
– ¡No, hombre! Como expresión, en vez de decir ¡caracoles!, ahora sería correcto decir ¡caramba!
– ¿Y por qué le echaron?
– Por intentar eliminar las palabras gaznápiro, onanismo, encontronazo, salario y tulipán
– ¿Por qué quería eliminarlas?
– Porque todas ellas son de pronunciación desagradable.
– Bien, el único puesto de trabajo que le puedo conseguir es el de pescadero en un mercado. ¡Siguienteeee!
Mamá Ladilla – Érase una Canción
Susurra al abismo. Alguien, en algún sueño, escuchará.