
De pronto, la sombra que habitaba bajo mi cama, susurró el suspiro de mi nombre, fue cuando caí en la cuenta de que amar no era materia exclusiva de la pasión humana.

De pronto, la sombra que habitaba bajo mi cama, susurró el suspiro de mi nombre, fue cuando caí en la cuenta de que amar no era materia exclusiva de la pasión humana.
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Susurra al abismo. Alguien, en algún sueño, escuchará.