
Dios menguante en mi menor, que te escurres mientras rezo, te distraes tornando en polvo, en la oración que te elevo y en mis manos juntas dejas, rastros de tinta de mi olvido.
En mi menguante dios, arpegio de silencios suspensivos, allá donde termina la canción.
Susurra al abismo. Alguien, en algún sueño, escuchará.