
Él, volvía del agobio del trabajo, de haber aguantado absurdas exigencias
ella, paseaba desolada por la ciudad, purgando incansable su pensar
Él, creyéndose apóstrofe multiplicado por cero, invisible evidencia,
ella, harta de mentes vacías, con urgencia a devorarla sin el verbo amar.
Él, harto de su existencia, ella tan solo pedía más.
Pasó un rayo de estática, un roce, un tropiezo, un no dejar de mirar,
un sonido de surco viejo, un perdón no quise, intercambio de auricular,
una parada sin querer, una caricia sin pensar,
luego vino la piel y un verbo a conjugar,
pretendo ser y estar
y yo también.
Él, ferviente poeta en estrofa de ritmos de electricidad,
conjurando “vertical, transversal, soy grito y soy metal”
ella, amante del acervo y de la melodía emocional,
susurrando “Siento ante tu pecho libertad”
Replica a El Onironauta Cancelar la respuesta