
El amanecer es extraño, hermoso y extraño. El arrebol de nuestro astro cubre el cielo de tonalidades rojizas y ocre en su momento de despertar, contrastando con el vapor que se filtra desde la maleza, formando una niebla densa que asciende con calma para fundirse con el aire fresco de la mañana. Lagos subterráneos y actividad volcánica hacen posible este maravilloso efecto, generador de vida y espectáculo diario para los habitantes de La Colonia.
– ¿Te has caído de la cama, Adam?
– Tengo que ponerme a sulfatar antes de que el sol no me deje trabajar ¿Y tú? ¿Qué haces tan temprano por aquí?
– A veces, antes de meterme en la cocina me paso por aquí dando un paseo, así hago un poco de ejercicio, me paro por aquí a descansar y me quedo contemplando el amanecer.
– En la cabaña hay café, ¿me acompañas con uno, Roberto?
– ¿Café? Eso ni se pregunta. ¿Has conseguido plantar café?
– No. Ya quisiera yo. Me lo traen de contrabando de La Tierra, lo cambio por un par de botellas de mi vino, que causa furor por allá.
– Hace más de una década que no tomo café. ¿Tú no crees que aquí en el delta puede darse? Si logras una primera cosecha te la compro toda para el restaurante.
– ¡Hecho! Consígueme las semillas y en unos años la tienes.
Replica a BDEB Cancelar la respuesta