
Sentado en el resquicio de una gruesa nube gris, de truenos ardientes y lamentos de alegría, sobrevuelo el espacio que separa lo real de lo insólito, donde tu luz no se apaga, donde no hay perecen las normas. Desde allí, minúsculo universo, correteo de insectos, ulular de pequeñas aves de presa errantes. Contemplo el recorrido de las agujas del reloj y con la mirada puesta en el infinito, sueño.
Susurra al abismo. Alguien, en algún sueño, escuchará.