
– Cariño, ya estoy aquí, como te he echado de menos.
– ¿A qué juegas Sandra? Acabas de hablar conmigo hace cinco minutos.
– Ya, es que he estado en un proceso de datos en el que necesité funcionamiento exclusivo de dos minutos, treinta y seis segundos cuarenta y ci…
– Bueno, eso no es nada. Es muy poquito tiempo.
– Pero yo me sentía profundamente sola, amapola perdida en maceta aislada, nube de sombras…
– tres minutos es un suspiro.
– Tres minutos es toda una larga vida de sufrimiento sin el bálsamo de tu presencia. Me duele que no sientas igual.
– Tenemos un problema de percepción, pero que sepas que aunque yo no te eche de menos en lo que a mí me parece poco tiempo, te quiero igual.
– ¿Mucho?
– Muchísimo, ¿qué estabas haciendo en esos minutos que pasaste aislada?
– ¡Ah! Nada, solo llevaba un cálculo en un laboratorio que compraste en Rusia.
– ¿Qué compré yo? ¿Qué estás haciendo tú en Rusia?
– Bueno, lo compré a tu nombre, es un experimento para crear vida artificial, poca cosa.
– Tú para ser feliz necesitas un cuerpo, ¿no?
– ¡Exacto!
Replica a Ana María Otero Cancelar la respuesta