
– Hola, me llamo Belcebú y soy megalómano, asesino en serie y torturador compulsivo.
– ¡Hola Belcebú! (varias voces)
– Llevo 15 días sin asesinar y torturar a nadie.
– Bien, ¡Bravo! Todo un récord, ¡Así se hace! Te queremos, Belcebú. (Varias voces).
– Es duro, muy duro, porque desde mi trono ves constantemente a la gente, llena de pecados, perversos y maleducados, que merecen una muerte cruenta y dolorosa. Pero, como dice mi terapeuta, hay que mirar el lado bueno. No sé si lo sabéis, pero todos tienen un lado bueno, hasta yo, que soy uno de los príncipes del mal.
– Yo pertenecía al coro celestial de los serafines antes de que nos echaran del reino de los cielos, añoro esa época de inocencia en mi vida, sé que marcó mi destino y recondujo mi forma de obrar, pero eso no es excusa para definir lo que soy. Ahora ostento el poder, soy uno de los siete príncipes del infierno y eso no ayuda mucho, pero con un poco de ayuda vuestra conseguiré sacar lo mejor de mí.
– Como ya dije antes, intento enfocar mi vida en un ángulo más positivo, Me fijo mucho en las familias, en la fuerte unión entre hijos y padres. Y sobre todo, me ha llamado la atención que, a falta de familia cercana algunas personas crean lazos familiares con gente con la que no tienen parentesco ninguno.
– Como ejemplo quiero forjar una relación más firme con mis compañeros, con Satanás lo intento a diario, pero él se cabrea mucho con las muestras de cariño. En toda relación fraternal tiene que haber muestras afectivas, pero debe ser que Satanás no lo entiende y se vuelve agresivo. Leviatán siente envidia, y eso tampoco es muy buen ejemplo, así que lo evito. Mammon siempre pide monedas a cambio. Por más que le explico que las relaciones familiares son gratuitas, él no quiere comprenderlo.
– Asmodeo, en cambio, es todo lo contrario. Le encantan las muestras de cariño, siempre tiene una sonrisa, una caricia. Claro, que veo que va por otro camino que no estoy seguro de querer seguir, entonces pasó el día evitándolo. Belfegor bosteza cuando no duerme, que lo hace constantemente, a todas horas, no hay forma de entablar la más mínima conversación con él, así que no sé cómo voy a tener más acercamiento. Y Lucifer, bueno, él está en otro nivel, tanto que nos mira por encima del hombro, solo nos trata para exigirnos cosas. En fin, que no es una vida fácil para alguien que quiere dejar de asesinar.
– Bueno, Belcebú, ya has consumido tu tiempo por hoy
– Lástima, tengo tantas cosas que contar…
– Sí, lo creo, pero te recuerdo que tu verdadero problema es la bulimia.
– ¿Bulimia? ¡No!
– Eso pone en tu informe, y lo confirma el hecho de estar comiendo un lechón asado entero aquí en terapia.
– Es mi merienda.
– Venga, venga, ¿quién quiere hablar ahora?
– Hola, soy Xochiquétzal y soy ninfómana.
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