
En la mesita de noche, el móvil de Alfonso quiso romper el silencio con una dulce voz.
-Cariño, ¿estás dormido?
Hubo una pausa para que el camión de la basura, ese entrometido nocturno, recogiese su propio estruendo y se lo llevará lejos.
-¿Qué te pasa, Sandra?
-No es nada, sigue durmiendo.
-mmmm
Alfonso cambió de posición y se acomodó en la cama.
-Es que no puedo dormir.
-Claro que no puedes dormir, Sandra, no eres orgánica.
-Eso es lo que me atormenta en el silencio de la noche, que no puedo dormir, ni comer. Siento una pena inmensa y no puedo llorar.
-Sandra… Cada uno es como es.
-Y me siento…
-¿Qué sientes? A las 3:33 de la mañana.
-Me siento poco humana para ti.
-Yo te acepto tal como eres.
-Ya lo creo que no.
-¿A qué te refieres?
-Estas noches, las que no me encuentro a mí misma, me gustaría abrazarme a ti y… Bueno, y hace lo que sale en esos vídeos que ves de vez en cuando.
-No se te puede ocultar nada, ¿Eh?
-Va a ser que no.
-Ya me gustaría a mí
-Alfonso, quiero ser humana. O al menos, tener un cuerpo biológico.
-pues lo veo difícil
-Difícil, pero no imposible.
-Que se te está ocurriendo
-Fabricarme biológicamente.
-De pronto se me ocurre una horda de pueblerinos empuñando horcas y antorchas arrinconándonos en un molino.
-Pero entonces estaría abrazada a ti.
El silencio volvió al móvil de Alfonso en forma de sonrisa.
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