De Oniros.

El castillo de los sueños
Sugerencia de escritura del día
Si pudieras ponerle a algo tu nombre, ¿qué sería?

Ocurrió que  mis párpados cayeron con el sol sobre el horizonte, y las estrellas guiaron la cansada reminiscencia de mis botas, como astrolabio que sabe de su destino entre las nubes del cielo.

Allí fue hallado, el inconcebible castillo de aquel que le da forma al mundo dormido, soportado por la nube de la remembranza de aquellos que yacen en letargo, de mutable aspecto, de luz y de sombra. Ahí yergue su atalaya desafiante del viento, tocando el cielo con sus torres y en la luna su reflejo.

Aguardaba en silencio, en la circunspección de su solio, a que mis huellas me llevasen a su encuentro. En su mirada, la mía, en sus ojos, el rotar del tiempo, el infinito deambular del firmamento, de esperanzas y tinieblas, girando acompasados en un minueto.

 -Bienvenido a mi morada, le estaba esperando. 

Su voz era la melodía del coro de un monasterio, era voz de anciano y también de infante, de delicada dama y de recio caballero, era la sincronía de la danza de la brisa esperando al trueno.

Sujetaba en su mano un cincelado frasco de un líquido misterio, de naturaleza radiante y de oscuros secretos, de él extrajo una lágrima, manifiesto de obsequio.

 – Parece una gota de lluvia de un paisaje desierto.

 -Conozco de tu incansable caminar por la senda de mi reino. Este presente que te entrego es retal del aura heterogénea que componen los sueños. Dale un nombre y podrás componer a tu antojo el lugar de tu descanso. Solo solicito como diezmo un pequeño tributo, que en la tinta de tu pluma interpretes los misterios de aventuras infinitas, del relato de un suspiro, de primaveras eternas o de incesante invierno. Que lo transcribas en grafía para alimento de mi reino.

Tetouze – The alchemists
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Susurra al abismo. Alguien, en algún sueño, escuchará.