
-¡Por favor camarero!
-Buenas noches, ¿qué desea?
-Una copa de vino para mí, y esencia de rosas para mi amigo.
-¿Para quién? Yo aquí no veo a nadie.
– Ah, sí, es que mi amigo es un espíritu.
– Pues anda un poco des materializado
-Claro, es incorpóreo.
-¿Y entonces cómo se va a tomar la esencia de rosas?
-Usted póngaselo y él ya sabrá.
-¿Cómo que le da por llevarse de copas a los espíritus?
-Verá, Yo andaba aburrida en casa, y vi un anuncio en el móvil que ponía, curso de médium intensivo, comuníquese con sus difuntos por medio de la ouija, y claro, ya he aprendido.
-¿Desde entonces se va de marcha con los fantasmas?
-Exacto, desde entonces son mis amigos.
-¿Utiliza ese tablero para conversar con ellos?
-Al principio sí, ahora es más fácil, utilizo el método de la posesión.
-No quiero a nadie en este local con la cabeza dando giros de 360 grados, ¿Eh?
-Tranquilo, eso es solo en las películas, el único efecto es que cambio la voz ¿Quiere saludar a mi amigo?
-Si no hay más remedio.
– (voz gruesa) Hola, soy Fulgencio, el fantasma, ¿me pone ya esa esencia de rosas? Se me está secando ya el ectoplasma.
-Fantasma y exigente, lo tiene usted todo señor Fulgencio.
-(Voz gruesa) Encima que ando penando por ahí, usted se mofa, mire que le monto un poltergeist aquí mismo.
-Anda, póngame usted con la señora que yo ya le pongo la copa.
-A que es un encanto el señor Fulgencio.
-Muy espiritual me parece.
-(Voz Gruesa)Que conste que no pienso volver a este antro.
-No he sido yo quien le ha invocado.
-¿Queréis dejar de pelear? Parecéis niños. (Voz gruesa) ¡Es él que se mete conmigo!
– Al final tendré que llamar a un exorcista.
Susurra al abismo. Alguien, en algún sueño, escuchará.