
Su dulce aroma asomaba mucho antes de que las campanas confirmasen su presencia.
Mi gran sueño, materializado en el mar de su mirada, esperaba, tímida, la ofrenda de bienvenida al calor del hogar con un suave — ¿Puedo pasar? -. Sin mencionar la helada escarcha del relente de la luna, busque el frío contacto de sus manos.
-Sabes que no te puedo invitar a pasar-
-Tengo frío.
-Sabes que no puedo.
Mi gran sueño de mirada melancólica sonreía triste y cansada desde la puerta.
-No te quiero hacer daño.
-Lo sé. Pero no conseguirás reprimir tu instinto.
Como cada noche, su fría mano me acarició la mejilla mientras me contemplaba con cariño.
-Tengo hambre-
Le tendí mi mano, y ella me abrazó.
-Vale, pero tiene que ser aquí, en la puerta.
Sus labios me acariciaban el cuello.
-Cuando yo te diga para-
Su lengua se deslizaba buscando el paso de mi sangre, entonces note el mordisco. Sus recuerdos entraban en mi mente en una extraña danza, rellenando el espacio de la vitalidad que se me arrebataba. La vi crecer, aprender a montar, torpe, en su bicicleta rosa recién comprada. Vi como reía con sus amigas, los domingos por la tarde en la plaza, mirando a los chicos pasar y como aquella tarde de verano me conoció a mí, llenando su estómago de mariposas que fueron eternas mientras vivió. También vi el oscuro momento de su caída en el mundo de los muertos, y de cómo despertó, buscando fragmentos de vida para poder calmar su sed.
-¡Para ya! — Dije atrayéndola hacia mí, con fuerza, hasta cruzar el umbral de la puerta, al interior de la vivienda. Su mirada se tornó oscura, lágrimas de sangre deslizaban por las mejillas, una mueca de infinito dolor hizo que retrocediera de manera urgente un par de pasos.
-Gracias- Contesto recomponiendo su rostro hacia una tierna mirada de despedida que me hizo entender — hasta mañana.- Ella se perdió entre las sombras, derramándose entre mis dedos hasta desaparecer y pensé en voz alta.
-Cualquier día, seré yo el que no pueda apartarme de ti.
Mi gran sueño se convirtió en silencio, en un oscuro silencio.
-hasta mañana.
Susurra al abismo. Alguien, en algún sueño, escuchará.