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  • Manual práctico para dinosaurios antediluvianos sobre tribus urbanas modernas

    Manual práctico para dinosaurios antediluvianos sobre tribus urbanas modernas

    Gritos.

    Los gritos vivían bajo la mirada feroz que custodiaba el lavabo.

    La puerta se abrió tímidamente, dejando tras de sí una melodía oxidada.

    Se quitó los auriculares.
    Los gritos se aplacaron.

    Su mirada, melancólicamente maquillada, se posó sobre la jovencita que acababa de entrar.

    —¿Qué quieres?
    —¿Qué tienes?
    —Tengo de todo…
    —De todo no me vale. Quiero lo mejor.
    —Lo mejor vale caro.
    —Da igual, broh. Lo quiero.
    —Chocolate.
    —¿Qué chocolate?
    —Ese que tú piensas.
    —Lo quiero. ¿Qué quieres tú a cambio?

    El golpe traicionó el intercambio.

    Tras las dos jóvenes apareció el monstruo.
    La temida profesora de francés.

    Ahora empezaría la matanza.

    —Señoritas, ¿qué se supone que estáis haciendo aquí?
    —Nada —dijo una de ellas.
    —¿Ah, sí?
    —Profe —intervino la que dominaba el baño—. No pasa nada. A María le ha venido la regla y no sabía qué hacer. Yo solo la acompañaba.
    —Es verdad —añadió la otra.

    La profesora las miró en silencio.
    Olfateaba el engaño en el aire.

    —A ver… ¿qué tenéis en ese bolso?
    —Ahí no hay nada.
    —Enséñame lo que hay dentro o hablaré con vuestros padres.

    Se miraron.
    Bajaron la vista.
    Le entregaron el bolso.

    La maestra lo abrió despacio. Observó su contenido.

    Una sonrisa se le escapó de los labios.
    No era maliciosa.
    Era cómplice.

    —Señoritas —dijo bajando la voz—. Yo veo bien el intercambio de golosinas. Quienes no lo aprueban suelen ser bastante estúpidos.

    Las dos jóvenes la miraron, incrédulas.

    —Disfruten de sus calorías vacías.
    —Pero no abusen de ellas, ¿vale?

    Kim Dracula – Land Of The Sun

    🖤 Dark Trap

    No es solo música. Es un estado de ánimo con ritmo.

    Nace del trap, pero sustituye la ostentación por melancolía, ironía y una agresividad estética controlada.
    Sus protagonistas visten oscuro, hablan poco y convierten el dolor en imagen.
    Parecen peligrosos, pero suelen estar rotos con educación.

    Es la tribu del malote triste, del “me da igual” que en realidad significa “me importa demasiado”.


    🖤 Emo Revival

    No confundir con el emo clásico de flequillo y drama explícito.

    El emo revival es hijo de la nostalgia y de internet.
    La tristeza ya no se grita: se curra, se estiliza, se vuelve elegante.
    El maquillaje corrido no es descuido, es lenguaje.
    No buscan llamar la atención: saben que ya la tienen.

    Es una tribu que entiende el dolor como identidad temporal, no como condena.


    🕸️ E-Girl / E-Boy (vertiente oscura)

    Nacidos en redes, criados por el algoritmo.

    Mezclan emo, goth suave, trap, anime y cultura gamer.
    Viven conscientes de la cámara, del encuadre y del gesto.
    No fingen emociones: las representan, que no es lo mismo.

    No es superficialidad: es supervivencia en un mundo que te mira todo el tiempo.

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  • Esa música tan de moda

    Esa música tan de moda

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué te aburre?

    —¡Baja ya ese ruido!

    —Si, ya está bajito.

    —¡Que bajes eso o sale el móvil por la ventana!

    De pronto me di cuenta de que mis padres, cuando yo era adolescente, me gritaban exactamente lo mismo. Pero… ¿por qué no soporto la música de mis hijos si escucho Slayer o Sepultura?

    Mis padres escuchaban música, creo que más por inercia que por gusto. Antonio Machín sonaba a todas horas: Dos gardenias para ti, eternas gardenias que retumbaban en mi cabeza una y otra vez.

    Luego llegaron los cuarenta principales. Al principio me satisfizo: Bob Dylan como número uno, bueno, no estaba mal… habrá que estudiar inglés, eso sí. Rocío Jurado me parecía un misterio; letras incomprensibles para un niño de 8 años, una pena tan profunda que parecía pesar sobre sus hombros.

    Cuando descubrí a los Beatles, fue gloria para mis oídos. Disfrutaba con Paul y John tanto que terminé rayando los discos preciados de mi tío.

    En la escuela me llamaban “carroza” por escuchar música antigua, así que busqué algo moderno: Ozzy Osbourne en Back at the Moon. No confundir con Bertín, que también pertenecía a la época.

    Tras varias búsquedas frustrantes, y siguiendo ciertas pistas entre los surcos de los vinilos, invocé al mismísimo diablo. Claro que no estaba dispuesto a venderle mi alma por tan poco:

    —¿Y qué me puedes ofrecer si no es mi alma?
    —Todo mi apoyo incondicional a la música que te represente.
    —¿Acceso a discos?
    —Tres al mes y entradas a conciertos cada dos años, pero tendrás que predicar el camino de la bestia.
    —¿Dónde firmo?
    —Hágase un corte por aquí.

    Después de eso, empecé a recibir visitas de mi azufrado amigo con material inédito y espectacular, y mi colección creció. Yo me convertí en un fiel divulgador de su palabra y obra.

    Pero a mediados de los 90, algo cambió. El Rock Gótico perdió popularidad y comenzó a llegar música que no me llenaba igual: ritmos electrónicos simples, voces alteradas, melodías que recordaban vagamente a mi aborrecido señor Antonio Machín. Y más tarde… reggaetón.

    Curioso, pregunté a mi amigo con cuernos:

    —¿Qué cambio es este? —le dije, enseñándole un CD de Don Omar.
    —Bueno —respondió—, es la música que me representa ahora.
    —Pero no habla de ti, no ensalza tu filosofía.
    —Los tiempos han cambiado. Ahora la gente joven prefiere divertirse. Esta música habla de enfrentamientos, celos y engaños.
    —Pero el rock y sus variantes tienen solera de culto.
    —Sí, y siguen representándome… solo que mi público ahora pide más variedad.

    Fue entonces cuando rompí mi contrato con el diablo y decidí buscar mi propia música. Desde entonces prefiero grupos independientes, como Love of Lesbian. ¿Entiendes, hija?

    —Papá, déjame de comerme el coco y ábrete una cuenta de TikTok.

    Iron Maiden – The number of the Beast

    “Entre vinilos y TikToks, siempre habrá un diablo dispuesto a darte pistas.”

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