Etiqueta: Relatos

  • Con brillo azul en la mirada

    Con brillo azul en la mirada

    Hace algún tiempo que aparecen y no sé por qué. 
    Vienen calculando la pose, con apariencia cuidada y mirada íntima. 
    No sé qué hechizo algorítmico habrá estallado a mi alrededor para provocar semejante desfile. 
    Es un sin cesar: llegan para ser contempladas, dejan su estela y desaparecen. 

    Las hay para elegir: por el brillo de la mirada, por el gesto, por la temperatura del cuerpo que sugieren. 
    De porte elegante, enfundadas en fantasía, casi por desnudar. 
    Apuntando hacia la luz con destellos azules, y siempre un guiño pintado, por si ven que me pierdo. 

    Este suceso me recuerda otros tiempos. 
    El amor también era efímero, nubes densas escapando del invierno casero. 
    El sabor era casual y el roce discreto. 
    Y el misterio, lejos de ocultarse, ardía en las miradas para quien sabía leerlas. 
    Ardía en llamas para que el viento se llevara las cenizas. 

    Como hoy —si no más— había quien se negaba a rendirse del todo. 
    Ocultaban la ferocidad bajo vestidos largos de cadenas errantes. 
    Disfrazaban las ganas de sangrar barriendo bajo las alfombras, 
    llevando velo blanco, creyéndose novia, 
    creyendo en el hechizo del cuento 
    y en el ladrón que venía a su secuestro. 

    Pero hoy hemos cambiado. 
    No son los mismos secretos. 
    Ni son los mismos dueños. 
    O eso creo. 
    Vivimos en la ilusión de mostrarnos libres, bailando descalzos y solos, 
    sonriendo telones abiertos mientras tendemos el presupuesto del tanto por ciento. 
    Creemos que el camino es nuestro, 
    pero en la etiqueta está su precio 
    y la caducidad oculta en una hilera de ceros. 

    Al no parecer interesado, las damas se van… 
    convertidas en otros. 

    Acompaña esta lectura con ‘Mi Orden’, de Bala — un golpe seco de oscuridad luminosa para cerrar el círculo.

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  • La esfinge del Fary y el gurú felino

    La esfinge del Fary y el gurú felino

    “¿Me sonríe?”
    “¿Es a mí?”

    Ante la duda, forzó media sonrisa sin gracia. Víctima de su baja autoestima, Javier no supo hacerlo mejor. Ya sabía que era imposible que esa sonrisa fuera para él. Y así fue. Llegó un caballero andante a rescatar a la dama de la furiosa mirada lasciva del dragón.

    —Sigue así y mueres virgen.

    ¿De dónde venía esa voz? En el banco del parque donde pasaba sus penas no había nadie.

    —Estoy aquí, imbécil.

    De entre los setos salió un enorme gato, pardo como la noche que empezaba. Lo miraba fijamente, como esperando una explicación. Javier, asustado, estaba paralizado.

    —No te he comido la lengua. Háblame de una vez.

    —¡Eres un gato!

    —¡No! Soy un búfalo salvaje y vengo a rescatar el guerrero que hay en ti.

    —Pero hablas.

    —Sí. Tus plegarias han sido escuchadas. Voy a ayudarte.

    —¿A qué?

    —Coño, a ligar. Te veo todas las tardes mirando a las chicas pasar. Todas se asustan de ti, claro. Te ven friki y rarito. Y yo voy a cambiar eso.

    —¿Cómo vas a cambiar eso? Si no se fijan en mí es porque soy feo.

    —Ser feo es una parte del problema. Nada que no se pueda disimular un poco. Pero hay otras cosas más atractivas que la cara de uno.

    —Vale, te escucho.

    —Debo entrenarte. Mis honorarios son estos: libre disposición de entrada y salida a tu casa y comida a demanda.

    —¿Croquetas de esas de bolsa?

    —¿Me ves con cara de animal de granja? ¿Crees que este cuerpo felino lo alimenta el pienso? Quiero pescado fresco: salmón, atún, sardinas…

    —Me vas a salir caro.

    —Y tú seras un conquistador imparable. Estás a un mes de tu primera conquista. ¿Hay trato?

    —Sí, hay trato.

    —Pues vamos, no hay tiempo que perder. Desde hoy serás una persona nueva.

    —Sí, alguien que necesitará atención psiquiátrica por hablar con los gatos.

    —Calla y llévame a la pescadería, machote.

    La La Love You – El Fin del Mundo

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