Etiqueta: misterio

  • Cenizas bajo el espejo

    Capítulo I: Donde el fuego desea temer

    El demonio llevaba un sol despertando al amanecer y escupía sobre la isla su oscura lava. Lo hacía con la esperanza de alimentarse de los gritos de miedo de los lugareños.
    Pero ignoraba la ausencia de cobardía que habitaba en estas tierras bañadas por el Atlántico.

    Y esta vez, el mar era cruzado a nado por simple cortesía: el cielo tronaba en llamas, y los hijos del fuego, deseosos de abrazar las tradiciones cercanas, arriesgaban sus vidas – entre feroces tiburones – por asistir a la fiesta de la cosecha de la isla hermana.

    La danza de la luna llena, el momento en el que Moneiba reclamaba su tributo, donde Achaman pedía presencia de sus fieles, unir los pueblos en un intercambio justo de bienes y risas, de vino y cosecha como ayuda mutua de supervivencia. Nadaban deprisa, con ardiente deseo de asistir.

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  • The amazing Lagartijoman

    Nuestro personal investigativo ha llegado al fondo del asunto, del hasta hoy llamado «El misterioso reptiloide». El cual ha sido visualizado un par de veces, saliendo del bar Las mejores Croquetas junto con algunos parroquianos de buen nombre, a los cuales, según testimonios de los mismos, los ha salvado en varias ocasiones. Nuestro equipo investigativo y de redacción, nos tiene una reseña exacta del misterioso superhéroe.

    A continuación la historia completa.

    Cada uno de los habitantes de la ciudad lo había visto por lo menos alguna vez, sin percatarse de su existencia. Su nombre no llama la atención, su apariencia corriente: un metro setenta y cinco, desgarbado, casi siempre con jeans y con gafas graduadas. Cada mañana circula por las calles de la ciudad, con su SEAT 127 dirección a la oficina donde trabaja.

    Estuvimos atentos el pasado miércoles, 6 de marzo. Desde su coche y con la ventanilla baja, Felipe Sierra mira al pasar el espectáculo cotidiano. Unos jóvenes empujaban a un anciano para robarle la cartera, todos los viandantes miraban para otro lado, mientras el señor acaba golpeado.

    En este momento, Felipe aparca su antiguo utilitario cerca, fijándose en el altercado, sin perder de vista al grupo de delincuentes que empezaban a propinar una paliza al abuelo. Felipe guardaba un secreto, y sin darse cuenta de que lo seguíamos, siguió caminando dirigiéndose al callejón. Pudimos ver que algo empezaba a cambiar en su cuerpo. Sus ojos marrones se tornaron verdes, su cara empezó a alargarse, escamas en la piel y sus dedos se modificaron en garras. Estábamos estupefactos sin hacer ruido, y en seguida escuchamos un grito.

    – ¡Hostias! ¡Un dinosaurio!

    El delincuente juvenil no sabía que era sentir el látigo de la cola de nuestro héroe, que se abalanzó encima de la pandilla de malhechores, con dentelladas y puñetazos hasta hacer huir a los agresores del desvalido anciano que, arrodillado en el asfalto, le agradecía a nuestro protagonista su rescate con estas palabras.

    – Por favor, no me coma, no me coma.

    – Señor, ¿qué le voy a comer? Yo solo me comería ahora unas croquetas de jamón.

    – ¿Entonces no viene a devorarme?

    – No, los humanos me sientan mal, sabéis a cordero degollado.

    – Entonces permítame invitarle a unas croquetas, en ese bar las hacen muy ricas.

    – Hombre, empezamos bien, encantado.

    – Perdóneme la inscripción, pero es usted muy raro. ¿Es un alienígena de las series de televisión de los años ochenta?

    – No

    – ¿Un velocirator tal vez?

    – No, esos se extinguieron todos en Parque Jurásico.

    – ¿Entonces?

    – ¡¡¡SOY LAGARTIJOMAN!!! El inimitable Hombre Lagartija. Bueno, ya lo he dicho, que a gusto me he quedado, vamos a por las croquetas.- Dijo Felipe haciendo pose de superhéroe, consciente de que, como cualquier persona de este país, va a llegar tarde a trabajar por andar de vinos y tapas con la persona que ha salvado la vida.

    Esta ha sido una historia de Juan Pedro, para el periódico «Particulares visitas a los bares de la ciudad».

    Esta historia fue escrita en colaboración entre DeOniros (El descanso del Onironauta) y Paola (Primavera en Barcelona, Otoño en Bogotá), tras una intensa sesión de investigación, croquetas y debates sobre si Lagartijoman debería tener o no capa. (Decidimos que no. Por ahora.)

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  • Susurro a tu oído

    Esta noche quiero contarte algo, pero mi voz no sale, se la lleva viento, se equivoca de camino cuando cruza mi boca y pierde tus oídos. Mis palabras se marchitan, como hojas caídas en mi otoño y se caen tristemente, sin gracia, sin acento, con la triste fragancia de quien aprende refranes y lo convierte en cacofonía, en el desesperado intento de suspirar un sentimiento.

    Pensé, que tal vez, si secuestrara tu tiempo para tratar de crear la historia de tus besos cuando eran rojos y se posaban en mis sílabas acentuando mis labios. O si gritase en los prados, buscando animales hambrientos del verbo, y alimentarlos con pasiones lejanas, de otro tiempo, para saberlos felices o que huyan espantados, pidiendo exilio en versos ajenos rimados en curva y huesos o brillos de mísero bronce. 

    Pero me cuesta que mi mente aprenda del tiempo que no tengo, a alzarse independiente del sabor de la tónica, de tus adjetivos entonada al verbo amar y quizás en un susurro aprenderé la conjugación, amé, amo, amaré. Que sea tu respiración quien me delate la cadencia y el tiempo, si es un efímero infinito o si es un terminar empezando.

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  • Mi Vereda

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Eres líder o seguidor?

    En una nube tengo mi posada, en un pedazo de sueño, regalo de Oniros, está mi hogar. Me dejo ayudar por almas en pena, con buena intención, y pasión por su faena. Más no seré dueño y señor, inexistente ser frente a mi lanza, solo soy yo, y no pretendo nada.

    Cambio mi copa por un momento, de luces o de sombras siempre sinceras, pero no te debo más, tan solo tu compañía si es grata, Si no, la senda es larga y ahí tienes tu camino, que no es mi vereda. 

    He sido rey esclavo, perdí mi corona huyendo de mis cadenas, en el frío mundo de la imposición, por eso en mi posada, todos beben, todos hablan, pero no hay un gesto alto, no hay orden del cielo, no hay quien a todos decrete que ahora deben hacerlo.

    Aquí somos melodías al compás disonante, de una odisea sideral con una nota equivocada.

    Somos iguales entrelazados en versos armónicos sin rima definida.

    Somos antimateria cautivada por las trampas que hizo Penning en una jaula electrificada.

    Somos gotas de tinta eléctrica desafiando la carencia de la palabra.

    Ozzy Osbourne – You´re No Different
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  • Nox Rapax

    Nox Rapax

    En el umbral del tiempo mi existencia persiste. El flujo temporal inunda de infinitos recuerdos que se asoman en mi mente como polillas en un candil. Aunque si he de elegir, mi instante perfecto es hoy. Ahora. Siervo de Artemisa, soy el deseo más perverso de la luna llena. Perfume de tu cuello que embriaga el aire mientras soy sombra. Latido constante, respiración frecuente, tenso es el momento de delirio inminente. Notas de fuga barroca se liberan del pentagrama, rumor de batalla si hay suerte, pero siempre con ventaja. Elegante danza de la guadaña que siembra la vida con la muerte. Sabor ocre que extingue el ruido, sacia mi instinto y mi alma que vuelve al olvido se duerme, pero no se aplaca. Dulce el sabor que queda en mi boca.

    Korn – Children of the Korn
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  • Cuando Cae la noche

    Cuando Cae la noche

    Su dulce aroma asomaba mucho antes de que las campanas confirmasen su presencia.

    Mi gran sueño, materializado en el mar de su mirada, esperaba, tímida, la ofrenda de bienvenida al calor del hogar con un suave — ¿Puedo pasar? -. Sin mencionar la helada escarcha del relente de la luna, busque el frío contacto de sus manos.

    -Sabes que no te puedo invitar a pasar-

    -Tengo frío.

    -Sabes que no puedo.

    Mi gran sueño de mirada melancólica sonreía triste y cansada desde la puerta.

    -No te quiero hacer daño.

    -Lo sé. Pero no conseguirás reprimir tu instinto.

    Como cada noche, su fría mano me acarició la mejilla mientras me contemplaba con cariño.

    -Tengo hambre-

    Le tendí mi mano, y ella me abrazó.

    -Vale, pero tiene que ser aquí, en la puerta.

    Sus labios me acariciaban el cuello.

    -Cuando yo te diga para-

    Su lengua se deslizaba buscando el paso de mi sangre, entonces note el mordisco. Sus recuerdos entraban en mi mente en una extraña danza, rellenando el espacio de la vitalidad que se me arrebataba. La vi crecer, aprender a montar, torpe, en su bicicleta rosa recién comprada. Vi como reía con sus amigas, los domingos por la tarde en la plaza, mirando a los chicos pasar y como aquella tarde de verano me conoció a mí, llenando su estómago de mariposas que fueron eternas mientras vivió. También vi el oscuro momento de su caída en el mundo de los muertos, y de cómo despertó, buscando fragmentos de vida para poder calmar su sed.

    -¡Para ya! — Dije atrayéndola hacia mí, con fuerza, hasta cruzar el umbral de la puerta, al interior de la vivienda. Su mirada se tornó oscura, lágrimas de sangre deslizaban por las mejillas, una mueca de infinito dolor hizo que retrocediera de manera urgente un par de pasos.

    -Gracias- Contesto recomponiendo su rostro hacia una tierna mirada de despedida que me hizo entender — hasta mañana.- Ella se perdió entre las sombras, derramándose entre mis dedos hasta desaparecer y pensé en voz alta.

    -Cualquier día, seré yo el que no pueda apartarme de ti.

    Mi gran sueño se convirtió en silencio, en un oscuro silencio.

    -hasta mañana.

    Goëtia – Dark Magic Music
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  • El Onironauta

    El Onironauta

    En algún lugar entre el sueño y la vigilia, hay un refugio que no figura en los mapas: una posada de tinta, memoria y eco.

    Aquí reposan palabras que aún arden, leyendas que no se resignan al olvido, fragmentos de un mundo visto al trasluz de lo imposible.

    No soy guardián ni guía, apenas un viajero que anota lo que sueña. Pero si ha llegado hasta aquí, quizás también escuche el mismo llamado.

    Pase. Descalce el miedo. Deje que la realidad tiemble un poco.

    —DeOniros

    Judas Priest – Dream Deceiver
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