
Querido diario:
En esta ocasión el sueño me llevó a una gran casa árbol. Colgaba de un sauce llorón como una campana inmensa. En una de sus terrazas tomaban té de recuerdos. Mi amiga del traje verde, cuyo nombre aún no sabía, había quedado en presentarme a sus amigos.
En ese mismo instante llegó un hombre alto, vestido de azul marino y armado con una gran lanza perlada. Su sombrero de ala ancha le tapaba los ojos. Nosotros hablábamos con una pareja, él y ella, idénticos como dos gotas cayendo al océano. Se hacían llamar Wilson, y narraban juntos sus hazañas en el mundo onírico.
—Este es Don, es el más viejo de nosotros. Aprendimos de él, aunque no sea mucho de contarlo.
Se sentó en una de las sillas de mimbre, invocó una taza con un gesto de la mano y se sirvió de la tetera de la que todos habíamos bebido.
—¿Y estos dos son gemelos? ¿O en verdad son una sola persona? Debe de ser complicado sincronizarse para dormir.
—Más difícil todavía: son pareja.
—Pero… se parecen tanto…
—No deja de ser un disfraz.
—Es un homenaje a unos personajes de dibujos coreanos —dijo la Wilson mujer.
—¿Podéis transformaros? ¿Rostro y cuerpo?
—¿Tú no lo haces? —preguntó la anfitriona.
—¿Yo? No sé hacerlo. Bueno… no se me había ocurrido…
—¿De verdad? Interesante —observó Wilson mujer—. Estás muy bueno.
Enseguida noté el rubor en mis mejillas. Wilson hombre miró de reojo a su pareja y soltó una carcajada nerviosa.
—Me parece que ha llegado la invitada que faltaba.
De una rama se descolgó, se balanceó en una pirueta imposible y cayó de pie. Katty, la chica gato. Vestía poco, casi nada. Si lograbas apartar la vista de su cuerpo, descubrías sus orejas felinas y sus garras negras. Sonrió y me dijo:
—Prrrrrrr.
—¿Nos conocemos, no?
—No sé… creo que coincidimos alguna vez… en tus sueños.
—Bueno, ya estamos todos —dijo mi amiga—. Ahora haré la presentación oficial. Este es… Bueno, tienes que ponerte un nombre.
—Me puedo llamar Oniros.
Todos protestaron. Ella me dijo, sonriendo:
—Esos nombres están vetados. Además, ya hay un DeOniros por ahí, aunque no se entere de mucho: anda escribiendo historias absurdas de sus sueños. Y Morfeo no es un nombre de persona, es un sitio. Anda, sé original.
—Debería llamarme Olvido.
—Eso es de chicas —dijo Wilson hombre.
—A mí me parece sexy —dijo Katty, la gata.
—¿Por qué Olvido?
—Cuando empecé a caminar en sueños, lo hice para olvidar mis pesadillas.
—Buen nombre, entonces —me dijo, acariciándome con sus ojos verdes.
—Ahora faltas tú. No sé tu nombre.
—Ya te lo dije una vez.
Fever Ray – When I Grow Up
Todos los pasos del viaje quedan grabados en estas páginas.
Aquí encontrarás cada carta, cada encuentro y cada sombra de la saga “Diarios de un soñador lúcido”


