Etiqueta: DeOniros

  • De Oniros.

    De Oniros.

    Sugerencia de escritura del día
    Si pudieras ponerle a algo tu nombre, ¿qué sería?

    Ocurrió que  mis párpados cayeron con el sol sobre el horizonte, y las estrellas guiaron la cansada reminiscencia de mis botas, como astrolabio que sabe de su destino entre las nubes del cielo.

    Allí fue hallado, el inconcebible castillo de aquel que le da forma al mundo dormido, soportado por la nube de la remembranza de aquellos que yacen en letargo, de mutable aspecto, de luz y de sombra. Ahí yergue su atalaya desafiante del viento, tocando el cielo con sus torres y en la luna su reflejo.

    Aguardaba en silencio, en la circunspección de su solio, a que mis huellas me llevasen a su encuentro. En su mirada, la mía, en sus ojos, el rotar del tiempo, el infinito deambular del firmamento, de esperanzas y tinieblas, girando acompasados en un minueto.

     -Bienvenido a mi morada, le estaba esperando. 

    Su voz era la melodía del coro de un monasterio, era voz de anciano y también de infante, de delicada dama y de recio caballero, era la sincronía de la danza de la brisa esperando al trueno.

    Sujetaba en su mano un cincelado frasco de un líquido misterio, de naturaleza radiante y de oscuros secretos, de él extrajo una lágrima, manifiesto de obsequio.

     – Parece una gota de lluvia de un paisaje desierto.

     -Conozco de tu incansable caminar por la senda de mi reino. Este presente que te entrego es retal del aura heterogénea que componen los sueños. Dale un nombre y podrás componer a tu antojo el lugar de tu descanso. Solo solicito como diezmo un pequeño tributo, que en la tinta de tu pluma interpretes los misterios de aventuras infinitas, del relato de un suspiro, de primaveras eternas o de incesante invierno. Que lo transcribas en grafía para alimento de mi reino.

    Tetouze – The alchemists
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  • La noche de…

    La noche de…

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué películas o series de televisión has visto más de 5 veces?

    La calle estaba desierta, oscura, con la calma del féretro y de quien lo ocupa. Aquel felino, tan negro como su sombra, cruzo presto para no romper el equilibrio entre la luna y su resplandor. El sonido de mis pasos rebotaban en el callejón donde, sin saber por qué, me encontraba. Allí estaba, acurrucado, bajo una vieja manta manchada de barro y raída por las alimañas. Se movía sin cesar, como si de un nido de ratas se tratase, roedores hambrientos de almas dispuestos a devorarse entre ellos por saciar su apetito. Tiré fuerte de la manta hasta destapar aquella extraña forma. Entonces… La fuerte iluminación del astro rey acariciaba mi sobresaltada expresión. Mi agitado respirar, acompasado por la melodía del timbre de despertador, cerraban con un punto final a la extraña pesadilla de la que era víctima. O eso creía yo.   

    La calle estaba desierta, oscura, calmada. Un gato negro la atravesaba en una danza de prisas por cruzar. Una sensación de déjà vu invadía mis sentidos al avanzar hasta el callejón, donde una torturada forma envuelta en una sucia manta se revolvía de manera feroz. Sentí la necesidad de arrancar la fétida tela, así que de un tirón quedó descubierto… El sudor resbalaba por mi frente, mi corazón golpeaba mi pecho con fuerza y el despertador no paraba de sonar. Mientras, despertaba de esa terrible pesadilla que me había atormentado y empezaba a desvanecerse para no repetirse más. O quizás no fuera así.

    Una oscura calle en calma, en la que pasaba un gato con urgencia felina. Y yo caminando hacia un callejón hasta donde una repugnante manta guardaba un secreto torturado en espasmos. Tiro de la cobija y de pronto… Me despierto asustado con el despertador ese tan escandaloso, Estoy pensando en comprar uno nuevo con una melodía más agradable. A ver si se termina de una vez esta pesadilla.

    Calle oscura, gato apresurado, callejón oscuro, creo que todo esto ya lo he visto antes. Me dirijo hacia el callejón donde hay una figura moviéndose como una condenada debajo de una manta asquerosa. Tiro de ella con fuerzas y… Cojo el despertador y lo reviento contra la pared. Hay piecitas redondas regadas por toda la habitación, me he ganado ya el derecho a comprar uno nuevo. Veremos que pasa.

    Salgo corriendo a toda velocidad por la calle oscura, casi tropiezo con el gato que me bufa sin compasión. Le contesto con una pedorreta y me apresuro a entrar en el callejón. Como no tengo prisa me siento al lado de la hedionda manta esa que tanto se mueve. Espero haciendo dibujitos en la pared con una tiza que encontré por allí tirada. Cuando ya tenía la reproducción del Guernica casi terminada me encuentro con que la criatura empieza a salir de su nido.

    – ¡Coño! Una marmota

    – Efectivamente, soy una marmota.

    – ¿Y se puede saber por qué al destaparte se termina el sueño?

    – Porque quería dormir un poco más.

    Me despierto con el sonido del móvil. Es mi jefe y me pregunta que donde estoy, que ya son las diez y cuarto. A ver como le explico yo que la marmota no se quería despertar.

    Robyn Adele Anderson – Paranoid (Black Sabbath)
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  • Pardelas

    Pardelas

    Airam consiguió alquilar aquella casa en la costa, para aislarse este verano de las pesadillas cotidianas. No soportaba más el infame ruido de cristales rotos que se había instalado en su casa. Decidió planear una escapada de asceta para no permitir que la enajenación ordinaria se convirtiese en insania.

    Le enamoró la inmensidad del mar, el olor a sal y el rumor de las olas que entraban desde la orilla hasta la ventana del dormitorio. Algún velero se divisaba en la línea donde se mezclaba el mar con el cielo, convertía el paisaje, en una digna postal de recuerdo de una feliz estancia.

     No era tan idílico este paraje al caer el sol. La marea había bajado tanto que el mar parecía un inmenso y negro charco de alquitrán fundido con el horizonte. La luna llena reflejaba dejando una estela que, junto al canto de las pardelas, hacía de la costa un siniestro cuadro de Beksinski. 

    El llanto de un bebe en forma de canto de pardela terminó perturbando su sueño, muchas leyendas cuentan historias relacionadas con el sonido que hacen por las noches estas aves pelágicas, de brujas que raptaban niños, o de duendes que acechaban en las costas imitando el llorar de los infantes.

    La segunda noche, con vistas a un “no pasa nada, no hay que temer”, decidió pasear por la orilla, armado con una linterna reveladora de inexistentes monstruos, volando a la sombra de la noche. El incansable chirrido de las aves y el resplandor de luces en la playa hizo que volviera a la casa con tanto miedo que le hizo encerrarse en su habitación y taparse los oídos con las manos.

    Decidido a no dejarse vencer, la tercera noche se armó de valor y con ayuda de los auriculares pasó el inicio de la noche escuchando el concierto de Brandeburgo número seis de Bach. El sonido de las violas llegó a sincronizarse con el canto de las pardelas, que esa noche estaban más agitadas. Frustrado, se quitó los auriculares y se asomó por la ventana. Un golpe en el cristal le hizo saltar hacia atrás. Una de las molestas aves había chocado con la ventana, dejando grietas en el vidrio y el animal agonizaba entre espasmos en el suelo.

    Armado de valor, quiso no ver el gigante en las aspas del molino y que esta cuarta noche fuera el comienzo de unas vacaciones en calma. Tras una cena ligera, caminó por la orilla de la playa en plena puesta de sol, con el objetivo de enfrentarse a sus más temidos miedos. Su linterna le acompañaba por si la noche se hacía oscura y en la otra mano, a modo de tranquilizante, un martillo como posible arma defensiva. 

    Se había alejado unos kilómetros de la casa, los últimos rayos de sol daban la bienvenida a la oscuridad de la noche. Fue entonces cuando reconoció la melodía incansable de sus atormentadores alados, que le habían acompañado todas estas noches. Sus extraños trinos se localizaban ahora enfrente de él, donde descubrió el resplandor de una hoguera.

    Intentando no perder la calma, decidió acercarse al refulgir del fuego, que asomaba desde la esquina del acantilado. Arropado por la oscuridad y la geografía de la costa, se acercó hasta poder ver que ocurría a una distancia prudencial.

    Varias mujeres daban vueltas a la hoguera. Jóvenes algunas, otras ya adentradas en años. Bailaban y corrían alrededor de la lumbre. Algunas vestían harapos oscuros, otras estaban desnudas o casi desnudas. De pronto pararon. La más vieja empezó a graznar como si de una pardela se tratase, le siguieron las demás creando una espeluznante conversación grotesca e irreal. Airam se asustó tanto que echó a correr todo lo rápido que pudo, hasta llegar a la casa desfallecido y sin aliento, cerrando puertas y ventanas en cuanto recobró las fuerzas.

    Se dispuso a recoger rápidamente lo que pudo y partió de vuelta a su casa sin mirar atrás. Al amanecer, cansado y todavía asustado,  entró a su morada. Para sorpresa de su familia, que sabían del necesario descanso que Airam había elegido tomar. No hubo muchas preguntas, su aspecto era más la de un hombre enfermo y decidieron dejarle descansar.

    Durmió durante todo el día y toda la tarde. Por la noche despertó con el malestar de quien se levanta tras una siesta muy prolongada. Con la tranquilidad de estar en casa abrió la puerta del balcón, encontrándose con la figura de su mujer, que se asomaba en la terraza a espaldas de él. Le inquietó encontrarla totalmente desnuda. – ¡Alba! – la llamó con cierto temor. Ella se giró lentamente y le miró fijamente a los ojos un instante. De su boca, como si de una pesadilla se tratara, empezó a fluir un estremecedor canto de pardela. 

    La mente de Airam se rompió en mil pedazos, nunca se supo si la locura estaba latente en él o fueron las aves de aquel paraje marino las que hizo que terminase con su mirada perdida en el infinito y su alma muy lejos, en algún lugar más allá del horizonte.

    Nox Arcana – Sundown
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  • Ouija

    Ouija

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué ha sido lo último que has aprendido?

    -¡Por favor camarero!

    -Buenas noches, ¿qué desea?

    -Una copa de vino para mí, y esencia de rosas para mi amigo.

    -¿Para quién? Yo aquí no veo a nadie.

    – Ah, sí, es que mi amigo es un espíritu.

    – Pues anda un poco des materializado

    -Claro, es incorpóreo.

    -¿Y entonces cómo se va a tomar la esencia de rosas?

    -Usted póngaselo y él ya sabrá.

    -¿Cómo que le da por llevarse de copas a los espíritus?

    -Verá, Yo andaba aburrida en casa, y vi un anuncio en el móvil que ponía, curso de médium intensivo, comuníquese con sus difuntos por medio de la ouija, y claro, ya he aprendido.

    -¿Desde entonces se va de marcha con los fantasmas?

    -Exacto, desde entonces son mis amigos.

    -¿Utiliza ese tablero para conversar con ellos?

    -Al principio sí, ahora es más fácil, utilizo el método de la posesión.

    -No quiero a nadie en este local con la cabeza dando giros de 360 grados, ¿Eh?

    -Tranquilo, eso es solo en las películas, el único efecto es que cambio la voz ¿Quiere saludar a mi amigo?

    -Si no hay más remedio.

    – (voz gruesa) Hola, soy Fulgencio, el fantasma, ¿me pone ya esa esencia de rosas? Se me está secando ya el ectoplasma.

    -Fantasma y exigente, lo tiene usted todo señor Fulgencio. 

    -(Voz gruesa) Encima que ando penando por ahí, usted se mofa, mire que le monto un poltergeist aquí mismo.

    -Anda, póngame usted con la señora que yo ya le pongo la copa.

    -A que es un encanto el señor Fulgencio.

    -Muy espiritual me parece.

    -(Voz Gruesa)Que conste que no pienso volver a este antro.

    -No he sido yo quien le ha invocado.

    -¿Queréis dejar de pelear? Parecéis niños. (Voz gruesa) ¡Es él que se mete conmigo!

    – Al final tendré que llamar a un exorcista.

    Paradise Lost – As I Die
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  • Escaleras hacia el cielo

    Escaleras hacia el cielo

    Sugerencia de escritura del día
    Describe el proyecto de bricolaje más ambicioso que has llevado a cabo nunca.

    Presa de la mala fortuna, decidió abandonar la senda, apearse en una nube y observar desde allí mi maltrecha figura de hombros caídos por el transcurrir de latidos oxidados de mi desgastado reloj. Me advertía que ya era tarde, que me espera la reina de corazones.

    Y yo, sin más que hacer, que ya hice bastante, pensé en construir una escalera inmensa, descomunal, desorbitada, para subir a tu lado cuando me sienta cansado. De estructura simple, sin adornos, peldaño a peldaño, sin forma definida y sin descanso.

    Será elaborada en noble madera de sentimientos perdidos al viento con añoranza de los besos que te doy cuando te recuerdo en esas noches de invierno frío, con sabor a cálidos momentos. Para sujetar escalones usaré los abrazos que hallé recordando en el olvido, el color de tu mirada perdida en un sueño y el sonido de tu risa de fresca brisa de verano.

    Subiré cuando termine de seguir las líneas de mis manos, que creando peldaños se han agrietado. Me sentaré a descansar en el filo del horizonte para encontrar resuello en tu aliento.

    Subir y quedarme contigo.

    Frank Zappa – Stairway to Heaven (Led Zeppelin)
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  • Yo en el espejo

    Yo en el espejo

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Cuál es el reto más difícil al que tendrás que enfrentarte de aquí a seis meses?

    El fresco aire de primavera perfumaba la pradera, un eterno río de luz anaranjada adormilaba el día. Ella paseaba descalza, alegre e inconsciente mientras la oscuridad se adentraba sigilosa.

    El camino era de piedra y se desdibujaba por los laterales, un espejo redondo, flotando cuál colibrí en busca de néctar le esperaba en el centro del sendero. Curiosa, se paró a admirar su bella figura, su resplandeciente reflejo se tornó gris. Ella sonrió a la imagen del espejo, pero sus sonrisas no eran idénticas, tras el cristal la joven dejaba entreabrir su boca dejando unos brillantes y afilados dientes.

    Asustada, avanzo por la senda como una rápida gacela, siguiendo el retorcido recorrido de piedras que, cada vez, se volvían más frías, y que de manera irremediable le hizo adentrarse en un oscuro bosque de nudosos robles que sonreían maquiavélicos a su llegada.

    Adentrándose en el bosque, donde ya no había casi rastro de piedras en el sendero, era más bien una acotación de cortezas de árbol muertos. El ambiente pesado y maloliente hacían adivinar la presencia de unas ciénagas. Fue cuando comprendió que tras ella había una figura desmañada, que como una sombra la perseguía de lejos.

    Sus manchados pies se hundían en el barrizal del camino, tornado lenta y pesada la marcha. Su perseguidor, en cambio, torpe y desgarbado, aunque rápido, daba zancadas de varios metros para caerse al siguiente paso, remontando en segundos para dar otra zancada.

    Sin aliento, se apoyó en un retorcido árbol para observar a su perseguidor acercarse. Siempre lo había sabido, ahora lo podía confirmar, su otro yo del espejo estaba parada, frente a ella, enseñando los relucientes y afilados dientes en una mueca parecida a una sonrisa.

    Quería fundirse con el árbol, estar hecha de su corteza, pero lo más que podía hacer es apretar su espalda contra él. Una voz, en el fondo del tronco, le decía;

    -No temas, solo tienes que despertar.

    Pero su yo malvada se acercaba implacable.

    -Solo tienes que despertar- Sonaba en el interior, esta vez de ella.

    – Tienes que querer despertar — La voz se volvía muy aguda hasta transformarse en el sonido de un timbre.

    – Riiiiiiing-

    El fresco aire de la mañana, con la caricia del aroma de café, consiguió en su mente el efecto amnésico del despertar apresurado de salto de la cama con el reloj, regañando con su manecilla más larga el poco tiempo que le queda.

    Caminando descalza por su habitación, se percató de que sus pies estaban llenos de barro y su memoria no ayudaba a alcanzar una respuesta.

    Chelsea Wolfe – Whispers in the Echo Chamber
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  • Esa música tan de moda

    Esa música tan de moda

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué te aburre?

    —¡Baja ya ese ruido!

    —Si, ya está bajito.

    —¡Que bajes eso o sale el móvil por la ventana!

    De pronto me di cuenta de que mis padres, cuando yo era adolescente, me gritaban exactamente lo mismo. Pero… ¿por qué no soporto la música de mis hijos si escucho Slayer o Sepultura?

    Mis padres escuchaban música, creo que más por inercia que por gusto. Antonio Machín sonaba a todas horas: Dos gardenias para ti, eternas gardenias que retumbaban en mi cabeza una y otra vez.

    Luego llegaron los cuarenta principales. Al principio me satisfizo: Bob Dylan como número uno, bueno, no estaba mal… habrá que estudiar inglés, eso sí. Rocío Jurado me parecía un misterio; letras incomprensibles para un niño de 8 años, una pena tan profunda que parecía pesar sobre sus hombros.

    Cuando descubrí a los Beatles, fue gloria para mis oídos. Disfrutaba con Paul y John tanto que terminé rayando los discos preciados de mi tío.

    En la escuela me llamaban “carroza” por escuchar música antigua, así que busqué algo moderno: Ozzy Osbourne en Back at the Moon. No confundir con Bertín, que también pertenecía a la época.

    Tras varias búsquedas frustrantes, y siguiendo ciertas pistas entre los surcos de los vinilos, invocé al mismísimo diablo. Claro que no estaba dispuesto a venderle mi alma por tan poco:

    —¿Y qué me puedes ofrecer si no es mi alma?
    —Todo mi apoyo incondicional a la música que te represente.
    —¿Acceso a discos?
    —Tres al mes y entradas a conciertos cada dos años, pero tendrás que predicar el camino de la bestia.
    —¿Dónde firmo?
    —Hágase un corte por aquí.

    Después de eso, empecé a recibir visitas de mi azufrado amigo con material inédito y espectacular, y mi colección creció. Yo me convertí en un fiel divulgador de su palabra y obra.

    Pero a mediados de los 90, algo cambió. El Rock Gótico perdió popularidad y comenzó a llegar música que no me llenaba igual: ritmos electrónicos simples, voces alteradas, melodías que recordaban vagamente a mi aborrecido señor Antonio Machín. Y más tarde… reggaetón.

    Curioso, pregunté a mi amigo con cuernos:

    —¿Qué cambio es este? —le dije, enseñándole un CD de Don Omar.
    —Bueno —respondió—, es la música que me representa ahora.
    —Pero no habla de ti, no ensalza tu filosofía.
    —Los tiempos han cambiado. Ahora la gente joven prefiere divertirse. Esta música habla de enfrentamientos, celos y engaños.
    —Pero el rock y sus variantes tienen solera de culto.
    —Sí, y siguen representándome… solo que mi público ahora pide más variedad.

    Fue entonces cuando rompí mi contrato con el diablo y decidí buscar mi propia música. Desde entonces prefiero grupos independientes, como Love of Lesbian. ¿Entiendes, hija?

    —Papá, déjame de comerme el coco y ábrete una cuenta de TikTok.

    Iron Maiden – The number of the Beast

    “Entre vinilos y TikToks, siempre habrá un diablo dispuesto a darte pistas.”

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  • Azul

    Azul

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Cuál es tu bebida favorita?

    En las Bodegas Nueva Tierra, situadas en el Valle de la Nueva Tierra, en el Planeta Kepler, nace el inmejorable vino azul de bayas. Fruto de años de investigación y trabajo de la familia Newman, consiguiendo una adaptación al medio y una producción funcional con una calidad inimaginable en tan poco tiempo.

    Elaborado con las más selectas bayas, el producto estrella de las Bodegas Nueva Tierra, y de nombre Azul, como su color, es elaborado en barricas de baobab kerpliano, con el que se consigue una madera parecida a la del castaño. Su mosto tiene una fermentación alcohólica con levaduras seleccionadas procedentes de la tierra, su maceración carbónica dura 15 días, Una vez en la barrica, es envejecido durante tres años kerplianos (un año terrestre).

    De aspecto terso y sin brillo y un intenso color azul, deja un suave aroma cítrico y azahar nada más llenar la copa. Sorprende el carácter y la complejidad digna de cualquier caldo clásico y un cuerpo sutil y delicado. Ideal para largas charlas después de cenar en buena compañía.

    Disponible por primera vez en La Tierra desde hace pocos días, se convertirá en uno de los vinos exclusivos más codiciados del momento.

    Enya – The Humming
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  • Anti-poesia a mi Despatriada Patria

    Anti-poesia a mi Despatriada Patria

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Eres patriota? ¿Qué es para ti el patriotismo?

    Circunloquio circuncidado circunscrito en sosa prosa. Sincretismo de tránsito a la sinarquía crónica sinfónica de un sinvergüenza repatriado. Sonrojados rugidos sonorizados que sinterizaríamos sonetizando sin sentimientos certeros. Cercenando cabezas celebérrimas certeramente cerciorándose la simetría del tajo asestado. Asiendo viento asegurando hacer envalentonados versos travestidos de truhanes trueques trashumantes. Acertando acechando cetrinas zarigüeyas aceleradas hastiadas de ser hasaníes.

    Cerrando el circunloquio, me ducho diestro en zozobró de dicha desmayado arte, ante una muerte súbita dialéctica.

    Iggy Pop – Wild America
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  • La ley de Morfeo

    La ley de Morfeo

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Has infringido la ley alguna vez de manera intencionada?

    Soy el oscuro tremor, y en la noche sacudo tu lecho, rasgando la cortina del más plácido y profundo deliquio, ponzoña silenciosa en busca del grito de espesa turba. Desparramando tu exaltado aliento, hacia el abismo tenebroso, te expulso de la esfera de Hipnos a caer a mi cruel deseo de relámpagos exaltados que debilitan tu aliento.

    Soy el que perturbo tu descanso arañando con mis garras todas las leyes de Morfeo. Creando delirio a mi paso, soy quien secuestro la paz, sin descanso, en tu descanso maltrecho, por la huella de mi envenenado beso, tu alma suplicará por los pecados que inducen a tu conciencia, mi presencia, envenenando el efímero momento de sosiego, hasta que supliques al ocaso que te mantenga despierto.

    Phobetor es mi nombre, en la pesadilla habito, mi placer es tu tormento.

    Marilyn Manson – This Is Halloween
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