Etiqueta: dailyprompt

  • Atardecer

    Sugerencia de escritura del día
    Cuéntanos una lección que te gustaría haber aprendido antes.

    Yo, que para no morir calcinado, en la alegría de la mañana del domingo, busco la sombra nublada de martes resguardado en la semana, en los días de lluvia intensa, en los cuartos sin ventana, en algún lugar del recuerdo, donde la tinta fluya, donde el mar forme crestas sobre aquellas, que por un poco de amor, pusieron rosas sobre mi epitafio, desafiando la triste penumbra de mis días raros con carmín rojo en mi mirada y sombras chinescas sobre su regazo. 

    Todo eso se fue hace años, con el sol de mediodía, reventando las piedras tristes sobre el rugoso asfalto. Como soledad en viernes de blanca brisa de verano, donde Apolo sueña con el invierno más cerrado, desciendo las calles en hojas grises de recuerdos alados, donde mojo mi pluma cuando no me quedan mundos en el universo.

    Röyksopp – What Else Is There

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  • Perdido

    Sugerencia de escritura del día
    Describe tu semana ideal.

    Siete deseos para un sueño, de izquierda a derecha o de derecha a izquierda. Según el ritmo de tu corazón. Derrama lágrimas de vida sobre mí, hechizando mi pasión y haciendo realidad aquella caricia perdida en mi mente, presente en la imaginativa concupiscente oración de mis recuerdos.

    Species – Antisocial

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  • Huida

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué haces para relajarte?

    El ambiente tenía aroma gris fétido, calle principal, lleno de peligros con ruedas, de prisas por llegar y volver, por la poca importancia que se le da a la vida en sus bosques de indiferencia y cemento.

    Me atrajo el rastro de la soledad que tanto olía a azul, con niebla, de arroyo vestido de musgo, de gazapo libre corriendo hacia la cumbre. Desierto de máquinas extrañas, de cielo roto curado por lluvia.

    Sabor de sol, arena de playa, donde correr libre huyendo de invierno, frente a la ribera del hipocampo, haré mi hogar, el tiempo que dura un suspiro de baja de ser tan yo.

    El Mato a un Policía Motorizado – El Día de los Muertos

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  • Sin palabras

    Sugerencia de escritura del día
    Si tuvieras que renunciar a una palabra que utilizas habitualmente, ¿cuál sería?

     – ¿Nombre?

     – Ricardo Minico.

     – ¡Ah, sí! Tenemos registro. Aquí hay un comentario sobre su ocupación…

     – Soy inquisidor de palabras.

     – ¿Cómo?

     – Inquisidor de palabras, no es tan difícil.

     – ¿Y eso qué es?

     – Seleccionar las palabras que no deberían existir y las destierro del diccionario.

     – ¿Quita palabras del diccionario?

     – Sí, unos las ponen y yo las quito.

     – ¿Y qué palabras ha quitado?

     – Por ejemplo “machango”

     – ¿Macha… qué?

     – Machango; Personaje cómico de dibujos animados, muñeco, juguete con forma humana o persona ridícula.

     – ¿Qué le hizo quitar esa palabra de circulación?

     – Tenemos ya demasiadas palabras tan ofensivas como esa que significan lo mismo.

     – Comprendo. 

     – ¡Caracoles!

     – ¿Qué?

     – Que también sentencié la expresión “¡Caracoles!”

     – ¿Entonces en el bar de la esquina ahora pedimos una tapa de gasterópodos?

     – ¡No, hombre! Como expresión, en vez de decir ¡caracoles!, ahora sería correcto decir ¡caramba!

     – ¿Y por qué le echaron?

     – Por intentar eliminar las palabras gaznápiro, onanismo, encontronazo, salario y tulipán

     – ¿Por qué quería eliminarlas?

     – Porque todas ellas son de pronunciación desagradable.

     – Bien, el único puesto de trabajo que le puedo conseguir es el de pescadero en un mercado. ¡Siguienteeee!

    Mamá Ladilla – Érase una Canción

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  • Latas en el río

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Guardas rencor por algo? Cuéntanos por qué.

     – Se mueren los peces, el río baja tan contaminado que dentro de nada bajará verde tóxico.

     – Seguro que la culpa la tienen las fábricas y los pesticidas que usan en la agricultura.

     – Y de la gente, que tira basura al río, hay basura flotando, botellas de plástico y esas cosas.

     – Antes nos íbamos a bañar al río, ahora no dejan.

     – Pero es que antes éramos diez o doce los que lo hacíamos, ahora somos muchos y todos contaminamos.

     – ¿Entonces crees que el problema de la contaminación es que somos muchos?

     – Fíjate, aunque todos fuéramos muy limpios,  si a ti se te cae al río una vez una lata de refresco, tu paso no se notaría, ¿verdad?

     – Claro que no, es insignificante.

     – Si a todos los del pueblo, que somos buena gente, se nos cae al río sin querer una lata de refresco, ¿cuántas latas habría en el río?

     – Pues no sé, unas veinte mil.

     – Imagínate ahora, todos los pueblos que están en la orilla y que casi todo lo que caiga en el río va al mar. Ya no son solo las fábricas, somos todos.

     – ¿Y qué hacemos?

     – Buscar otro río.

    Xoel Lopez – Tierra

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  • Desordenado cuaderno.

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Por qué tienes un blog?

    Preso en mi cómoda cárcel de monedas a cambio, la esperaba en las noches, aburrida de exhibir sus curvas sobre neón, en danzas tribales, de intercambios de mirada, de ritmos monótonos, de bucles de bombo y lamentos sintéticos, con labios de fresa y aroma verde, terroso y amaderado.

    En mi espera, arañaba el papel con tinta de lamentos, con promesas destinadas al olvido, con plegarias ignoradas del acervo divino, de cruce de dedos, de corazones rotos por no haber vivido. Lágrimas invisibles tras sonrisas de paso, en un vuelva pronto pero déjeme aquí, escribiendo mi espera, en mi amnesia del tiempo.

    Hoy, desempolvando trastos inútiles en el almacén de olvidos premeditados, encontré mi viejo cuaderno de heridas en verso y llantos enfrascados, limpié con la manga el polvo que había entre párrafos y estrofas, busqué al azar esperando antigua vergüenza de cansinos sentimientos de culpa que paralizaban antaño las ganas de salir huyendo. 

    Encontré sucias canciones mudas, sin voz que la entonaran, pintarrajos de rabia contenida, perdida por no hacer nada, pasión impresa en tono desesperado, de la esquiva sensación de no ser amado, en respuesta a no saber ser visto o no haberlo intentado, también risas flojas, sencillas carcajadas, apretadas en renglones torcidos de un dios primitivo, que miraba para otro lado, cuando flirteaba con Lilith en el baño de empleados.

    Recordé que no solo era exorcismo de dolor y rabia, eran canción de la brisa, de las melodías de Silvio y del tronar de las barricadas, de la electricidad estática, que dejaba al vinilo chispas acústicas y que también dejaban surcos de tinta en mis delirios, dejándome con las ganas de sangrar mejor y no padecer en vano.

    Atari Teenage Riot – Activate
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  • Otro lugar.

    Sugerencia de escritura del día
    Cuenta alguna anécdota del viaje más lejano que hayas hecho.

    La habitación era blanca e iluminada, similar a cualquier consulta de enfermería, de un centro de salud típico de la seguridad social, pero sin el escritorio.  En la camilla, Miguel, esperaba inquieto, fue voluntario al experimento, que aunque comprendía bien el fin, le habían estado contando los pormenores del procedimiento y prometido una pequeña compensación económica al finalizar. Ahora un señor de unos cincuenta años, de bata blanca, pelo desordenado y voz profunda, que se había presentado como el doctor Ariam Serrot, le preparaba para comenzar.

     – ¿Preparado?

     – Sí.

     – ¿Nervioso?

     – Un poco.

     – Tranquilo, todo está bajo control, estoy pendiente de cualquier anomalía. ¿Comenzamos?

     – Vale.

    El fármaco empezó a fluir, gota a gota, directo a la vía que penetraba en su brazo, en su torrente sanguíneo. Pronto, la sensación de calma química le fue invadiendo su mente, quedando a la merced de las palabras de su interlocutor.

     – Ahora te sientes en paz, sereno, tu mente se abre y tú profundizas en ella, es como entrar en un sueño y le darás forma, ¿qué ves?

     – Veo un pasillo, largo, con un montón de puertas, todas son iguales, de madera clara pero envejecidas.

     – Adéntrate en el pasillo y dime qué ves.

     – Al fondo hay una puerta distinta, es oscura, de madera sucia y nudosa.

     – Es la puerta al subconsciente, ábrela y entra.

     – Detrás hay unas escaleras, entre paredes que parece estar hechas de piedra, como una cueva con peldaños tallados en el suelo.

     – Comience a bajar y me va describiendo lo que ve.

     – Las escaleras van girando en círculo, las paredes son húmedas y rugosas, de tacto frío, hay poca luz y la que hay no sé de donde viene. 

     – ¿Qué sensaciones tiene? ¿Está asustado?

     – Un poco, según bajo empieza a haber una sensación de calor, las paredes están calientes, ya no las puedo tocar sin quemarme. Por fin veo que se termina, hay otra puerta, grande, de madera reforzada en metal, intento abrirla pero no puedo.

     – Pruebe tocando.

     – ¿Cómo?

     – Con los nudillos.

     – Vale, se está abriendo, es muy ruidosa, voy a entrar.

     – Dime que es lo que te encuentras.

     – Es como una mansión antigua, o un castillo, no sé bien, tiene un salón enorme y una escalera redondeada que sube un piso, está todo lleno de polvo y telarañas.

     – Bien, sube por las escaleras y me cuentas que ves – Miguel percibió que la voz de su guía fue cambiando de género en esta última frase.

     – ¿Qué está pasando?

     – Nada, no te preocupes, es algo normal, ¿Estás subiendo? – Dijo la voz que ya era completamente de mujer.

     – Tras las escaleras hay un ascensor, de esos antiguos, de los que hay que quitar unas rejas para entrar.

     – Pues abra las rejas y entre.

     – Tiene paredes verdes metalizadas con un espejo que ocupa la mitad superior, hay dos pulsadores, está iluminado el que pone B, el otro pone treinta y dos.

     – Pulse ese número.

     – Se cierran las puertas y lo noto coger impulso. Está subiendo muy rápido.

     – No se preocupe, no corre peligro.

     – Ya ha parado, parece que hemos subido muy alto. Acabo de abrir y hay otras escaleras hacia arriba, muy parecidas a las que bajamos, solo que las pareces parecen de arcilla húmeda esta vez.

     – Muy bien, suba.

     – las paredes están caliente, pero tengo la sensación que va enfriando según subo. Ahora empieza a haber musgo verdoso, también en el suelo, parece una alfombra.

     – ¿cómo se siente? ¿Tiene miedo?

     – Me siento cansado y hace frío, pero estoy más tranquilo, estoy llegando ya a la puerta, esta vez es más redondeada, parece de metal, como de hierro envejecido.

     – Ábrala y me va contando lo que ve.

     – Un pasillo, con muchas puertas, de madera oscura, parecen de ébano. Me siento muy ligero, me elevo, todo se está disolviendo a mi alrededor.

     – ¿Puede abrir los ojos?

    Tras una respiración muy profunda, Miguel abrió los ojos. Estaba en un lugar con una luz tenue, tendido en una cama. Aunque tenía aspecto de cueva, estaba perfectamente amoblado, las estanterías, sillas, mesas, todo el mobiliario estaba hecho de un material parecido al mimbre, de color gris amarillento. En una especie de butaca de ese mismo material, la mujer que le había estado hablando, su ropa parecía estar confeccionada con hojas de plantas y cosida con raíces.

     – ¿Dónde estoy? ¿Quién es usted?

     – Me llamo María Torres, Bienvenido a mi mundo, es usted el primer ser humano de su era que ha hecho un desplazamiento interdimensional. 

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  • Una menos de siete.

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué te hace llorar de felicidad?

    Su cuerpo andaba tumbado, su pelaje blanco, sucio de barro de la orilla del río, nadie lo vio caer, todos lo vieron ahí, tieso como el crujir de una rama seca, con la vida lejos, muy lejos.

    En aquel lugar donde solía maullar, en ese campo de flores de eterna primavera, tenía un agujero preparado y las manos sucias esperando ser lavadas por unas lágrimas que se resistían en brotar.  

    Fue entonces cuando su mente quedó presa de los recuerdos, de saltos, de risas y juegos, de tardes tristes de lluvia abrazada a él, compañía en el sueño, rozar de bigotes temprano, al despertar con un lamento hambriento de cola recta y lomo arqueado. 

    Un leve ronroneo le expulsó del ensueño, estaba en su falda formando un ovillo con su cuerpo, cansado de un largo viaje de vuelta, en ese momento rodó sobre su mejilla toda la tristeza acumulada en forma de alegría.

    Fredo Viola – The Sad Son
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  • A veces…

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Cómo te sientes ahora mismo?

    A veces siento en negro, y mi pasión tiñe letras de un oscuro azulado que, mientras desangro mi alma, se tiñe en rojo  los adjetivos o en frases tintas y abrazo al vacío que tanto me inspira. Evoco danzas macabras en tonos pastel y trazos de tiza emborronados, que acaricio mientras caigo en el más absoluto misterio. Y amo así mi juego de arrítmica oratoria silenciosa, en el falso papel de fantasía electrónica.

    A veces la oscuridad se torna en colores, y brillan en metálicos reflejos, compases de estética televisiva, abriéndose en morse, circunloquio de risas melancólicas de un sombrerero a la hora del té. Disfrazando cada palabra en mi carnaval, de campanillas asonantes, de lágrimas de alegría en danza, descalzo, tensando las cuerdas místicas de una guitarra.

    A veces hablo blanco y mis letras se desarman en relieves de piedra, gastados por la marea, mientras runas incoherentes juegan a ser oraciones mágicas, capaces de rotar en creciente, negras y blanca entre corcheas.

    A veces callo y acompaño al viento a contemplar las olas en silencio.

    A veces simplemente sueño.

    Vetusta Morla – Sálvese Quien Pueda
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  • Invocación

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué es lo último que has buscado por Internet? ¿Por qué lo estabas buscando?

    Tras usar Tinder, Badoo, Jaumo, Loovo y cientos de aplicaciones con nombres cursis y poca fiabilidad, donde a menos que canta un gallo te envían un número de cuenta corriente como compromiso de sugar daddy, de chicas que parecían estar hecha de plástico fino, como en la canción de Radio Futura, con labios hinchados por su ego y curvas interminables con peaje en cada tramo. Así que restablecí al estado de fábrica mi antiguo móvil chino y me enfrenté al navegador, como medida desesperada contra la soledad.

    Encontré muchos resultados, suscríbete a Meetic, usa Facebook, todos parecidos a lo que ya tenía con mi amigo, el androide, pero hubo uno que me llamó la atención. Invoque a un súcubo. ¿Cómo? Y qué carajo es un súcubo, esa fue mi siguiente búsqueda; demonio en forma de mujer atractiva, ¿Es un demonio? Bueno, tampoco se puede ser perfecto, ¿no? Mi exmujer también lo es, pero no se lo habían diagnosticado todavía.

    Parece que esas discípulas de Belcebú existían para el mero hecho de seducir a los hombres. Y yo gastándome los cuartos en apps, resulta que por cortesía divina, o mejor dicho diabólica, ya tenían una solución a medida. Se alimentan de la energía sexual, con la cantidad que tenía yo acumulada y algunas de sangre, pensé “tampoco me importa, tengo mucha, la puedo compartir”. Sin más, me puse a investigar sobre la invocación.

    Despejé el salón de mi casa dejando todos los muebles en la terraza, pinté en el suelo los símbolos pertinentes que eran una serie de signos grimóricos, incluyendo un pentagrama, encendió algunas velas alrededor y me puse a recitar una oración que había impreso en la cara vacía de papel usado. El ritual duró toda la noche del sábado, sin resultado aparente. Al amanecer del domingo yo era menos persona y estaba más desgastado. Me quedé dormido encima del pentagrama con el papel arrugado en la mano y recitando el cántico que ya me había aprendido de tanto repetir. 

    Abrí los ojos en pleno mediodía del domingo y estaba ahí, sentada frente a mí, preciosa como el sol en invierno y la luna en verano, con una ropa tan sutil que parecía invisible y una mirada intensa aunque inocente, oscura como la noche de san juan con el brillo de su hoguera, me sonrió y me dijo;

     – Anoche se ve que tuviste una juerga fenomenal. Soy Carla, la vecina nueva del sexto, vi la puerta abierta y te vi tirado en el suelo, pero veo que estás bien.

     – Bufff, no sé por qué tengo la cabeza así

     – ¿Qué tomaste anoche, cielo? ¿Y por qué no me invitaste?

     – Qué va, si en verdad era una especie de experimento

     – ¿Qué tal salió?

     – Fatal, un tremendo fracaso.

     – Bueno, a lo que venía, te he visto en Tinder y te reconocí al momento, pero como no me respondes los matches, pensé que si te invitaba a tomar algo quizás me haces mas caso. 

     – ¿Comemos en el Burger de abajo?

     – ¡Genial! ¿Comida para llevar en mi casa? Te espero allí. Date prisa o se nos hará la cena.

     – ¿Sabes? Creo que al final sí que me ha salido bien el experimento.

    La magia de sus labios suspiro un hasta luego abierto a un mundo lleno de misterio.

    Slayer – South of Heaven
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