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  • La estampita de la virgen de los remedios.

    Sugerencia de escritura del día
    Qué es lo más caro que te has comprado (sin incluir la casa o el coche).

     – ¡Mira, Smerk! Mira lo que he comprado.

     – ¿Qué es eso? Parece la foto de una señora con un niño en brazos haciendo el símbolo de la paz.

     – Según me dijo la señora, esto es una estampita milagrosa. Me dijo que si pones mucha fe, te concede lo que deseas.

     – Pues eso nos viene muy bien, estoy harto de vivir aquí, debajo del puente donde escondimos el ovni. Tendríamos que pedirle una casa. ¿Cómo funciona?

     – Pues eso, le pones fe y te da la casa.

     – Vale, vamos a pedirla. ¿Te dio también fe? ¿Dónde se pone?

     – No, no me dio nada más.

     – ¿Qué clase de negocio es ese? Al menos tendría que haberte dado un poco de fe para empezar. Ves a buscarla y pídele un poco.

     – Pero no tengo más que ofrecerle, ya le di el replicador de alimentos.

     – ¿Qué? ¿Te has comprado un artilugio que no sabes cómo funciona y le has dado la única forma que tenemos de alimentarnos?

     – Pensé que ya le pediríamos comida cuando nos hiciera falta, igual ya lleva cargado algo de fe.

     – Bueno, vamos a probar, a ver, ¿no hay botón? ¿Cómo funciona? ¿No te dio instrucciones?

     – Me dijo que se lo pidiera sin más.

     – Señora, por favor, quiero un bocadillo de esos que tenéis en la tierra que están tan ricos con olor a fritura y chorreante de salsa blanca.

     – ¿No tendrías que ser más específico? 

     – No ocurre nada. ¿De dónde debe salir?

     – Creo que no lo has pedido bien. Por favor, señora, ¿nos da un bocadillo de…mmm? Tenemos un problema, Smerk, no sabemos el nombre de las comidas terrícolas.

     – Eso tiene solución, hay un bar cerca ¡Vamos!

     – Mira, hay un cartel que describe la comida, vamos a probar. Sentémonos aquí y experimentemos.

     – Sí, vamos a pedir el primero de la lista. Por favor, señora, dame un bocadillo de jamón con coca cola.

     – Eso, por favor, señora, bocadillo de jamón con coca cola.

     – ¿Seguro que esto tiene suficiente fe cargada? ¡Por favor, bocadillo de jamón!

     – Ah, mira, este tipo de aquí nos trae el bocadillo y no sé qué fluido burbujeante.

     – Pues está muy rico, menudo trueque que has hecho, incomparable el sabor de la comida terrícola, nuestras barras de proteínas y minerales deshidratados se hacen asquerosos a su lado.

     – Smerk, el tipo que nos trajo el bocadillo nos está pidiendo dinero.

     – Claro, semejante manjar seguro que tenía algún tipo de comisión, vamos a pedirle ahora dinero a la señora para poder pagar esto.

    Iron Maiden – Stranger in a Strange Land

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  • Parte de mi familia

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué tiene de bueno tener un animal de compañía?

    Al anochecer se quedaba sentada en el pasillo, blanca como la espuma de las olas del mar rompiendo, serena como la manecilla corta del reloj de pared, Delilah, la gata, se quedaba custodiando la esquina durante al menos una hora, si más que hacer que proyectar su verde mirada sobre una minúscula grieta en la pared. 

    Al principio no le di importancia, pero sé que el instinto felino oculta secretos que los hace sabios, así que empecé a preocuparme. Me quedaba observando, junto a la gata, la grieta que se formaba en la pared. En poco tiempo empecé a percibir una amenaza, algo tenebroso que se desprendía de esa esquina del pasillo, derramando oscuridad al aire como una nube cargada de lluvia.

    Esa noche Delilah había faltado a su cita y sola quedé en el pasillo mientras los rayos de sol se ocultaban en el horizonte. La grieta de la pared empezó a supurar humo negro, que caía en cascada, depositándose en el suelo como lava negra escupida de un volcán. Avanzaba espesa sobre las baldosas blancas, ensuciándolas al contacto con un rumor alquitranado, susurro de palabras, de símbolos extraños que quedaban grabados al pasar.

    Al ir acercándose aumentaba el cuchicheo hasta convertirse en cánticos, que se dirigía a mí convertidos en una espesa niebla negra, avanzando lentamente. A ritmo del creciente miedo que me invadía, fui retrocediendo hasta acabar arrinconada en la pared contraria. De la espesa humareda fue formándose un largo brazo con una garra negra de dedos afilados, que tanteaba el suelo, buscando palmeando y arañando, infectando todo lo que tocaba de su sucia lobreguez, hasta que cerca de mí paró mientras mi respiración se desbocaba.

    De la ventana saltó iluminándolo todo. La pequeña Delilah parecía tener alas, y a la velocidad de la inercia de un salto llegó a mi lado. Su zarpa inquieta atravesó la palma de la garra de humo, entonces abierta, disolviendo con aire su negrura, haciendo retroceder la sucia marea que la alimentaba hasta quedar dentro de la grieta de la pared,  donde nunca tendría que haber salido.

    Siempre he pensado que la gata me daba paz, al sentir su ronroneo acariciarme en las noches de frío, al escuchar sus leves pasos por la mañana, al despertar, o las tardes de lluvia, con su revoloteo frente al cristal de la ventana. Ahora también me hace sentir querida y segura. Delilah no es solo mi amiga, sino también es parte de mi familia.

    The Jesus and Mary Chain – Darklands

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  • Despues

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Te falta tiempo?

    Era tan difícil, la oveja no se estaba quieta y Lila, con sus pequeñas manos atrapadas en su piel lanosa, se le hacía complicado el trabajo de esquilar, sin mas medios que unas tijeras, ademas bastante arriesgado. Habían evolucionado el sistema de silbatos para adiestrar a los perros, que hacían posible dirigir al ganado. Estos canes también eran peligrosos, pero una vez instruidos eran un aliado imprescindible. Estaba el sistema de poleas para poder canalizar a los bovinos y atraparlos en pequeñas jaulas, donde poder manejarlas mientras dura el esquilado. Pero no todas las ganaderas podían permitirse uno y para construirlos se necesitaba maquinaria compleja y pesada.

    «Quizás algún día», pensaba Lila sentada en el tejado. Tras terminar la jornada, se relajaba contemplando el amanecer, antes de subir a su hogar en el árbol y descansar. Las dos lunas estaban en cuarto creciente, la grande y blanca milenaria, casi llena, esplendorosa. La azul y más pequeña, con ese reflejo metálico que la caracterizaba y que la hacía extraña en el cielo. Las ancianas decían que ese satélite lo habían construido los dioses, los que habitaban antes y dejaron ciudades en ruina. 

    En algunas cámaras, en los lugares sagrados, había restos de libros antiguos, en escritura primigenia, donde hablaban de fabulosos viajes más allá de nuestro sol. Ellos dejaron también pequeños libros para enseñarnos a leer sus signos y poder así investigar el uso y la construcción de sus maquinarias. Lila tenía la esperanza de poder conseguir algún tipo de ingenio para que su trabajo con el ganado no fuera tan arriesgado.

    Se sabía que los dioses eran mucho más grandes, tenían dos brazos enormes con los que podían inmovilizar una oveja sin necesidad de ningún aparato, pero tenían un artilugio con el que podían  esquilar a decenas de ovejas en una sola jornada. 

    Lila se sentía pequeña, con sus minúsculos brazos y su alargado cuerpo. Elio, su compañero, era mucho más grande, casi media el doble que ella, pero, los antiguos habitantes sagrados medían cuatro veces la longitud de él erguido. Curioso era, que estos seres divinos caminaran siempre así, que sus piernas y brazos fueran tan largos, que carecieran de cola y que no tuvieran casi pelo.

    Lo que sí sabía, gracias a un aparato que se había descubierto hace poco tiempo, es que nosotras habitamos junto a ellos, de una manera más primitiva. En dicha maquina se habían capturado imágenes en movimiento, en las que ellos hablaban con una de nosotras, con sus hijos agarrados fuerte en su espalda, con la expresión de su cara llena de temor. Eran palabras amables, se podían entender “madre, encantadora y déjala marchar”, también se podían comprender palabras como, “fuera y largo de aquí”, que, aunque amenazantes, no parecían llevar odio, ni enfado.

     Las estudiosas cuentan que antaño, nosotras vivíamos junto a los dioses, gozando de su cuidado y su amor, pero nuestros machos, se rebelaron contra ellos e intentaron herirles con sus afilados dientes. Como castigo nos dejaron aquí, en el mundo, hasta que nosotras mismas seamos capaces de viajar al paraíso. Desde ese momento, los machos llevan el pecado en su lomo y por eso no tienen el don del raciocinio como Lila y las demás hermanas zarigüeyas.

    Incubus – Megalomaniac

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  • Historias y libros

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Cuál era tu asignatura favorita en el colegio?

    Lágrimas de sudor ardiendo sobre mi frente, dolor sordo, diminuto, sobre mi almohada, desesperada noche  que en ciernes, aparece como una espiral rumbo a la nada, recuerdos de tu mano helada, temor a no despertar, a convertirme en polvo, en olvido que sigue la vida.

    ¡Un momento! No estoy solo, si no es el viento que llama a mi ventana,  atento escucho una llamada, de golpes de ramas en el cristal, no hay que temer de los crujidos, del gato que por el tejado camina, no hay que temer más, nadie te llama desde el más allá.

    Ráfaga invernal que azota mi puerta abriéndola de par en par, detrás de ella, nada, solo mi razón que se nubla sin remedio, pero algo se mueve, dos ojos negros brillan oscuros, viene a por mi alma seguro, debe ser la sombra de la carpa.

    Plumas negra de almohada ahogada, salta sobre mi cara, que engendro diabólico se sube en mi y me pica el ojo. Belcebú se equivocó de ave y Lucifer bien lo supo, quien me atormenta no es cuervo, es una negra gallina.

    Extraña criatura arañando, en mi alcoba serena buscando, ¿Cuál es el secreto oculto que en el infierno se cuece? ¡Un cobarde pollo! ¿Es que mi alma no merece, ya que al parecer perece, otro animal menos apocado?

    ¿Cual es tu nombre, engendro del mismo demonio? Dijo la gallina: Cocoroco

    Que un ave común de granja, tuviera pocas palabras, que desde el infierno en llamas, viniera sin mas que decir, que una pulgosa galliforme sea quien apague mis velas, hace que me hierva la sangre y del enfado me quiera morir. 

    ¿O es que acaso, este día, no es el día de mi ocaso? Dijo la gallina: Cocoroco

    Entonada mi alma al infinito, mirada ardiente mi ser se va, a mi frente impávido ser alado que se entretiene escarbando, mientras se escapa mi espíritu, inmutable animal emplumado, ve como me elevo en el aire, y mi cuerpo quieto se queda.

    Dijo la gallina: Cocoricoco.

    Ya se que me espera el averno, y en él las llamas, espero con ansias alzar a mi emplumado verdugo, agarrarlo de su negro cuello al comenzar el abismo, y en el fuego del mismo, hacerlo asar en las brasas.

    Cradle of Filth – A Gotic Romance

    Sorry, Mr. Poe, if you read this from beyond, I hope you don’t turn in your grave.

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  • La fiesta patronal de Almendralejos de la Viña

    Sugerencia de escritura del día
    Invéntate un día festivo. Explica por qué todo el mundo debería celebrarlo y cómo.

    No cabía un alma en la plaza mayor de Almendralejos de la Viña, estaba a punto de empezar, todos vestían con sus mejores galas. Todos menos los participantes de la prueba, claro, ellos llevaban sus monos de cuero marrón y su pañoleta roja atada al cuello, que es lo que les identificaba como participantes. Allí estaban la dama y el caballero que habían obtenido el puesto de rey y reina de las fiestas que, como manda la tradición, debían dar el pistoletazo de salida.

    El estruendo fue feroz, fue el comienzo de la búsqueda del puercoespín, que como novedades este año había chicas participando y volvía a estar vetado el uso de palos y piedras como acto de liberarse de los demás concursantes. 

    La carrera por llegar al prado fue de lo más limpia, destacó la salida del joven número 12, quien fue seguido muy de cerca por la chica con el número 9 en la espalda. Ella saltó a los pies del contrincante, que quedó tumbado en el sueño al caer sobre una roca. En pocos minutos estaban buscando los rastros del animal, los demás participantes.

    Como todos saben en el pueblo, el puercoespín es rociado con un fluido pastoso de color rojo intenso, y al soltar al animal va dejando el rastro que le llevará a los competidores a saber su escondite. Y ya el número 4 había dado indicios de haberlo encontrado. El chaval marcado con el 1 se había dado cuenta y le arrojó en la cabeza un tronco enorme que había en el camino, dejándolo noqueado, y quedando número 1 descalificado por la normativa de palos y piedras. El juez le disparó el dardo tranquilizante de costumbre en esta actividad, quedando fuera de combate.

    Curiosamente, del interior del tronco lanzado anteriormente salió el preciado roedor. Número tres y número 12 estaban ahí para verlo, y corrieron a agarrarlo. El escurridizo animal decidió huir entre los matorrales más próximos mientras los dos participantes chocaban y se enlazaban en una pelea en la que terminaron rodando por el suelo. Acto que aprovechó la chica numerada con el 6, que empezó a palpar entre la maleza, descubriendo el paradero del bicho al clavarse en la mano varias de sus púas.

    Eso no fue suficiente para amedrentar a la número 6, agarró como pudo a la criatura con pinchos y se la llevó como trofeo hasta que la número diez logró arrebatársela con un poco de dolor al pincharse y la ayuda de un rodillazo en la barriga que dejó a la número seis bastante perjudicada. 

    Número diez con el puercoespín en los brazos, estaba llegando al lugar donde debía entregarlo para ganar la competición: la iglesia de Nuestra Señora de la Almendra, patrona de Almendralejos de la Viña. Ya la participante, con su trofeo con pinchos entre los brazos, cruzaba la plaza cuando apareció el número 13 detrás del manzano y de un certero puñetazo en la nariz, le hizo perder el equilibrio y caer por el puente. No sin antes perder el preciado animal con púas que quedó clavado en un brazo de 13, corrió con todas sus fuerzas hasta dentro del templo y empezó a golpear al cura con el puercoespín, tal y como manda la tradición, dejando al animal sin las pocas púas que le quedaba y al párroco sin conocimiento.

    Días después, cuando ya todos andaban recuperados, se celebró la boda del participante ganador del evento y de la reina de las fiestas, tal y como era la tradición. La novia lloraba desconsolada, no se sabe bien si de la alegría o por no haber ganado el galán que ella quería. Pero la tradición manda, en este caso, con una prohibición por normativa de solicitar el divorcio, hasta haber cumplido la mayoría de edad el primer hijo de los tres que deben concebir.

    Lamb of God – Reclamation

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  • De guerreros y magos.

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué significa ser un niño de espíritu?

    – ¡Cuidado! ¡Detrás de ti!

    El guerrero giró en una imposible cabriola y se dejó caer al suelo. La abominable criatura que,  ofuscada en la maleza del camino, atacaba entre las sombras, cayó sin control entre las piedras de la calzada. Un golpe de hacha le hubiera dejado sin cabeza, pero este horripilante ser era un ciempiés mutante y quedó partido por la mitad. 

    Pronto, las dos partes del monstruo hicieron amagos de atacar, pero el mago preparaba un conjuro, con el inquietante susurro de una canción inexplicable formó una lluvia de fuego que carbonizó a la dividida criatura, reduciéndolo a cenizas.

     – ¡Gracias mago! Buena jugada.

     – Ha estado cerca.

    El guerrero y el mago siguieron avanzando por su senda hacia el castillo negro, fue saliendo del bosque cuando se encontraron con el peor de los imprevistos.

     – Un segundo, hay un mensaje entrante – Se excusó el mago.

    Ante la mirada de los aventureros, se abrió una grieta en el cielo donde se podía ver el rostro de una señora un tanto enfadada, que con la lejana voz del que existe en otra dimensión exclamó:

     – ¿Se puede saber cuando vais a terminar? – 

     – ¡Oh no! ¡Es la bruja del mundo real! – Dijo asustado el guerrero.

     – ¡Niño, no le digas eso a la abuela! – Reprendió el mago a la impertinencia del guerrero.

     – Si no llegáis a la mesa en menos de cinco minutos, os quedáis sin postre, los dos. – Sentenció la malvada bruja. – Que tenga que estar llamando para que estos dos coman…

     – Bueno, Carlos, dejamos la partida para mañana.

     – ¡Jo! Abuelo, mañana tengo fútbol.

     – Bueno, pasado.

     – Hoy habéis estado tres horas metidos en esa maldita máquina – Bramó la voz de la bruja, a la que creían ya desconectada.

     – ¡Anda, Carlos! ¡Guarda la partida y vamos a comer!

     – Sí, antes de que la bruja nos lance un sortilegio.

     – El sortilegio de dejarte sin postre, niño insolente.

     – Es broma, abuela.

    De pronto el mundo de fantasía donde habitaban guerreros y magos se sumió en la oscuridad.

    Tool – Die Eier Von Satan

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  • La llegada

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué trayectorias profesionales alternativas te has planteado o te interesan?

     – ¿Estás seguro?

     – ¡Que sí!

     – Pero es que queda raro.

     – Vamos a ver, todos tienen coche, así que he buscado uno que no llame la atención. 

     – Sí, pero…

     – Es uno de los favoritos del lugar, líder en ventas por muchos años consecutivos, ¿no?

     – Sí, es así, pero…

     – ¿Ostentoso? ¡No! ¿Verdad? 

     – No, eso no.

     – Pues he conseguido uno sin llamar la atención y lo estoy reformando.

     – Eso es una de las cosas que me preocupa.

     – A ver… Tiene una carrocería, un volante y ruedas, ¿no? Lo tengo que adaptar a nuestros medios, por diferencias tecnológicas.

     – Sí, eso lo comprendo.

     – Es un 127. De color beige, con antena, suena música de la época y lleva cinturones de seguridad delanteros.

     – Sí, todo eso está muy bien.

     – Entonces, ¿Qué es lo que te preocupa Smerk?

     – Pase que haya ciertas luces y pantallas holográficas en el interior, que la antena del techo sea una resistencia ovalada de diodos de tungsteno. Pero que el vehículo circule flotando a cinco centímetros sobre el suelo y que las ruedas que lleva son de cartón pintado es algo que nos delata un poco.

     – Tu siempre tan exquisito, así no vamos a poder invadir nada.

    El Milagro de P. Tinto – Tengo un OVNI formidable

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  • Moneda de un Dólar

    Sugerencia de escritura del día
    Si un genio te concediera tres deseos, ¿qué pedirías?

    La moneda de un dólar brillaba argenta en su mano, su abuelo se lo había regalado aquella noche que se fue de casa, harta de discutir con todos, de que siempre pensaran lo peor. Su regalo prometía un deseo, la ofrenda de suerte perdida, ahora la abandonaría tirándola a la fuente, en un anhelo mezclado con rabia.

    Hace poco, en el gimnasio,  Marta se había encontrado la puerta entreabierta en el vestuario de los chicos, ahí lo vio, desnudándose frente al espejo, con esa mezcla de sudor y piel húmeda, que le hizo paralizar, contemplando en silencio sus movimientos. La mirada de él se quedó clavada en el espejo, ella reaccionó escapando con vergüenza. Supo que se había dado cuenta.

    Pasaron unos días en coincidir de nuevo, él vestía una sonrisa, ella un pequeño atisbo de pudor, él jugaba a buscar entre líneas, ella esquivaba balones, él detrás de sus pasos, ella buscó la puerta de atrás y desapareció. 

    Él tampoco apareció más. Hasta hoy. Y Marta se le quedó mirando alzar pesas, tensar músculos, empapar su minúscula camiseta de poliéster con el sudor de su frente. Se pensó nimia gota en el mar y quiso volver a casa, a meditar en calma sobre el placer solitario de un recuerdo. Pero a la salida una mano le agarró el brazo.

     – ¿Qué quieres?

     – Perdona, solo quería saber si querías tomarte algo conmigo.

     – ¿Por qué? No quiero nada contigo. 

     – Pero, yo noto que te fijas en mí.

     – ¿Y qué?

     – Pensaba que te gustaba.

     – Pero eso no significa que quiera nada.

     – El otro día sé que te quedaste mirándome, al desnudarme en el vestuario.

    Marta se escondió tras una mirada de furia, se hizo viento y se fue.

    La moneda de un dólar giró impulsada por el chasquido de dedos de Marta, volando alegre hasta estrellarse en un sonido de campanas más allá de la oscuridad en el pozo de los deseos.

     – Ojalá desaparezca – Pensó la joven, con los ojos brillantes, apoyada en el pozo. Pensó en el chico del gimnasio, en sus padres, en el ruido sordo del viejo que le mira cuando sube las escaleras. En su vecina que le sonríe raro, en el de la frutería que se equivoca en el peso, en el jefe de personal, con su porte serio de maestro antiguo, con aroma de naftalina y polillas en los bolsillos, en el niño que toca al timbre de su casa y la mira desde la esquina de la escalera… 

      – Ojalá desaparezcan todos –

    Antes de que una lágrima estallara en el suelo, Marta se quedó sola.

    Lacuna Coil – Oxygen

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  • El tío Tobías

    Sugerencia de escritura del día
    Describe a un miembro de la familia.

    El tío Tobías es algo excéntrico, siempre con un salmo secreto en los labios, con una parábola hiperbólica en la mente. Desde pequeño parecía mayor, su pelo tornó a blanco al mismo tiempo que su voz cambió de tono y su cara de niño cambió a la de un señor, serio, sin tintes de broma adolescente, ni juvenil alboroto.

    Si me acerco a su vera, simula que no me ve, si me pego a él, se retira discreto, recitando no sé qué indescifrable misterio, pero se queda cerca, vigilando. Detrás de esa mirada perdida en un vaso de luquete de limón sobrio, donde pierde el tiempo cuando está en casa, cuando no está en un libro.

    Cuando estoy yo, él lee en voz alta, sin expresión pero con fluidez. Le pido historias de animales salvajes, de tierras inhóspitas y de selvas perdidas, de ríos anchos y árboles eternos. Aunque él parece no escucharme, aparece pronto, dispuesto a llevarme de paseo, por alguna de sus impenetrables junglas o algún desierto yelmo.

    El tío Tobías parece perdido, pero no lo está, simplemente sonríe de otro modo, su lenguaje es diferente y ama suave desde su respiración profunda, para comprender el significado de su canción hay que entrar en su mente. Aunque el tío Tobías esté siempre serio, yo sé que también se alegra de tenerme cerca aunque él esté lejos.

    Don McLean – Vincent

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  • Sopa

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Qué plato dirías que es tu especialidad?

     – Doctor, verá, es muy raro lo que me pasa.

     – Usted dirá.

     – Por las noches, cuando me siento y me relajo, empiezo a ver colores. Salen de la sopa, humeantes y ondulantes, de la televisión, por medio del sonido, salen en mi piel cuando me rozo con el sofá. El azul me golpea como un mazo en la cabeza, dejándome el sonido de platillos, el amarillo me chilla fuerte en el oído, con su voz de trompeta barítona, el violeta se desparrama sobre mí, mojándome la ropa dejándome perdido de olor a frambuesa. Y el rosa, este es el peor, se sube por mis piernas como una hormiga, cientos de ellas subiendo queriendo devorarme el alma.

     – Interesante, ¿y usted qué hace cuando le pasa eso?  

     – Lloro, con ganas además, pero en vez de lágrimas salen dos arcoíris, uno a cada lado, que se evaporan y se elevan, dejando nubes de colores en la sala que llueven confeti y serpentinas. No sé qué hacer, estoy desesperado ¿Me puede recetar algo, doctor?

     – Pero ¿Se puede saber que ha tomado usted?

     – Nada, yo solo ceno y me voy al sofá a ver la tele.

     – ¿Nada de nada? ¿Toma alguna medicación?

     – No, paracetamol si me duele la cabeza.

     – ¿Bebe?

     – Solo agua destilada.

     – Vale, ¿qué es lo que come?

     – Sopa de setas, unas pequeñitas con forma de paraguas que me consiguió un amigo, son caras, pero están muy ricas.

     – Tómese estos antidepresivos isotónicos con agua de lluvia.

    Three Days Grace – Animal I Have Become

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