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  • …Tanto que aprender…

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Cómo sería tu vida sin música?

    La señora Dolores no se permitía perderse jamás en la vida un solo telediario, le gustaba en especial el de primera hora de la mañana. Pulsaba el botón de su flamante televisor Philips a tecnicolor y nunca cambiaba de cadena, total, solo había dos, y una de ella solo era apreciada por esos hippies, de melena larga y ropa harapienta que pregonaban la paz, pinchándose porros por las esquinas del barrio.

    Esta mañana, al pulsar el cuadrado botón de encendido, con voz de clic y suspiro de comienzo del día con olor a café, ocurrió algo inesperado. El televisor, harto de tanta depravación informativa, decidió morir en silencio. Un punto azul brillaba tintineante justo en el centro de la pantalla, como si la imagen hubiese empequeñecido hasta el tamaño de un guisante, de los que venden el supermercado, enlatados en líquido amniótico.

    Dolores comprendía los principios exactos de la mecánica cuántica, así que golpeó repetidas veces en lo alto del aparato televisivo hasta que se dejó de ver también el guisante azul. Triste y decaída, comprendió que se había perdido el primer telediario desde 1981, desde el mismo día que su marido compró ese artilugio con pantalla y falleció de un resbalón colocando la antena. Habría que llevarla a reparar.

    Con ayuda de Aurelio, su vecino, llevó la difunta televisión a la tienda de electrodomésticos donde, en su momento, la habían adquirido. El dependiente, con amabilidad, puso los ojos en blanco al ver poner tan vetusto aparato encima del mostrador. 

     – Señora, ese cacharro ya no tiene arreglo.

     – ¿Cómo lo sabe? Si ni la han mirado.

     – Ya, pero es que es tan vieja que ya no se consiguen repuestos.

     – ¿Entonces qué puedo hacer?

     – Yo le puedo vender una nueva, ¿ha visto esas de ahí? Fíjese que colores.

     – Pero, ¿por qué son tan finas? ¿Dónde voy a poder poner el tapete con el jarrón?

     – La puede colgar en la pared como un cuadro, ya no necesita ponerle nada encima.

     – ¿Y dónde se pone la antena?

     – ¿Ahora la emisión es desde internet?

     – ¿No hay antena?

     – No hace falta, señora, va por wifi.

     – Ya le decía yo a mi marido que esperara, que no la comprara todavía.

     – Creo que necesitamos un largo proceso de actualización para cerrar una venta.

    Meses después.

    Dolores, como cada mañana, se sentaba en el banco del parque, tras su paseo, a ver las noticias desde su smartphone. Lo hacía por pura añoranza, no lo necesitaba, es más, con su dispositivo móvil estaba más pendiente a sus publicaciones en redes sociales, en el resultado de sus activos digitales y en el proyecto de escapada a la naturaleza que estaban iniciando con sus recientes amigos online. 

    En este tiempo, alejada de las noticias, descubrió que las mentiras de una pantalla son inversamente proporcionales a lo que estés dispuesto a creer, o puede que sea lo contrario, o quizás solo sea que si te centras en una sola pasión, te pierdes el espectacular amanecer en esta parte del parque.

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