Etiqueta: dailyprompt-2061

  • El sabor de tus labios.

    Sugerencia de escritura del día
    ¿Cuáles son tus tipos favoritos de comida?

    Aburrido de deshojar margaritas, abrí el balcón y me convertí en señuelo prendado a un anzuelo que, de brillo metálico, deslumbraba la noche. Me vestí para la ocasión, con mangas largas para ocultar mi as de corazones solitarios y con deportivas por si hubiera de salir corriendo espantado. Me perfumé de valor etílico y partí hacia el ruedo de las mentiras, donde poder mendigar labios lascivos sobre miradas inquisidoras.

    Las doce campanadas fueron bendecidas con la ausencia del vals de tacones, ardía el círculo de tanto invocar la paciencia, pero los ojos verdes de detrás de la barra, con una pócima infalible de las burbujas de su risa y el fuego líquido de Leviatán enlatado, me abrigo en calma y en el juego de miradas perdí mi farol y aposté al rojo.

    A las tres y treinta y tres,  suspiro de contemplar pasos acompasados en pareja errante, se volvió bostezo pegado a mi asiento, estruendo de melodía estrambótica, que me prohibía sentir el roce de cristales de mi reina de copas, aquella que me acompañaba desde que me fundí con la noche aquella velada rota.

    Tras horas perdidas de sonrisas al viento, con un conjuro susurrado al oído, abracé la cintura del vuelo de una falda de colores, que se acercaba, coqueta, a pasos sincronizados con el jaleo de mi mente, y me aceptó dulcemente la batalla. Yo me lance a su ombligo, haciendo peripecias para que el compás no llegase a la punta de sus zapatos, me entretenía en morse, observando el más ruin de los metales mientras pasaba a sus manos distraídas. Ella, que se dio cuenta de mi osadía, me despegó de su lado en un giro por un cambio brusco de rasante con peluca de domingo y polvos de talco en la nariz.

    La claridad de focos encendidos con saña, rompió el secreto y los feligreses felices en congregación armónica, partieron en estampida hacia lugares extraños, sin miedo al día y ansía de noche.  Quise planear mi huida, desganado de prisas, cansado de ruido  y hambriento de ganas de verme en sus brazos, o si no muerto, de pasión, por conocer el licor que derraman sus labios al beberlos a besos.

    Asesinado el sonido sórdido del templo de los encuentros casuales, cuando cruzaba el umbral que separaba las luces y las sombras, me sorprendió el susurrar de sus ojos verdes, que en la oración de un sortilegio me regaló un misterio entre interrogantes.

     – ¿Te tomarás la última conmigo?

    Barricada – Todos Mirando

    Anuncios